3/5/11

1° DE MAYO: SAN JOSÉ ARTESANO


San José, Esposo de María y Padre Virginal de Jesús


La devoción a San José es inseparable de la devoción de María Santísima: "Lo que Dios ha unido no lo separe el hombre" (Mt 19, 6). Y consta expresamente en el Evangelio que José era "el esposo de María, de la cual nació Jesús, llamado Cristo" (Mt. 1, 16).


Esposo de María y padre virginal de Jesús
Toda la teología de San José se encierra en estos dos títulos fundamentales: esposo de María y padre virginal de Jesús.
Efectivamente, toda la grandeza de San José parte de ese hecho al parecer tan natural y sencillo: llevar al Niño Jesús en sus brazos, es decir, ser su padre adoptivo y esposo virginal de María Santísima.
Es en virtud de esos dos títulos sublimes que San José forma, en cierto modo, parte integral del misterio de la Encarnación. El no participó físicamente en todo el misterio de la Encarnación, pero si participó totalmente al ofrecer su vida como sacrificio para el cuidado, servicio, provisión y protección de Jesús y de María.
Fue siempre el custodio fiel de Jesús y María.
Vivió perfectamente la consagración a María
Más aún, así como por designio de Dios el Corazón Inmaculado de la Santísima Virgen está unido "indisolublemente al Corazón de Cristo", de manera que estos Dos Corazones permanecieran unidos para siempre y por ellos nos llegara la salvación, así mismo, por designio de Dios, el corazón que más de cerca vive en alianza con éstos Dos Corazones es el corazón de San José.
Cuando contemplamos el corazón de San José, contemplamos un corazón puro, que dirige todos sus afectos y acciones hacia aquellos que le fueron encomendados, cuya grandeza él supo leer y entender. Todos los movimientos del corazón de San José tenían un solo objetivo: el amor de los Dos Corazones. Por ellos trabajó; por ellos obedeció; por ellos sufrió; a ellos los defendió y protegió sin interrupción. Su vida era para amar, consolar, proteger y cuidar a los Dos Corazones. Hay que recordar que San José no era Dios hecho hombre, ni tampoco fue concebido inmaculado; el nació con el pecado original igual que todos nosotros. Pero su corazón se hizo uno con el Corazón de María y a través de ella, con el Sagrado Corazón de Jesús.
Por ello podemos decir que San José vivó en perfección la consagración al Inmaculado Corazón de María, tal como la recomienda San Luis María Grignion de Montfort. Es él, el perfecto devoto de la Virgen, y nosotros debemos aprender de él. Es el primer ejemplo del mensaje que San Juan Eudes escuchó del Corazón Eucarístico de Jesús: "Te he dado este admirable Corazón de Mi Madre, que es Uno con el Mío, para ser Tu verdadero Corazón también...para que puedas adorar, servir y amar a Dios con un corazón digno de su Infinita Grandeza".
San José en las apariciones de Fátima
De manera particular, Dios hizo relucir la persona y misión de San José en su relación con los Sagrados Corazones de Jesús y María en las apariciones de la Virgen de Fátima, Portugal.
En la última aparición de la Virgen, el 13 de octubre de 1917, San José aparece junto con el Niño Jesús y bendice al mundo. Sor Lucía, la principal vidente, relata lo sucedido:
"Después que Nuestra Señora había desaparecido en la inmensidad del firmamento, contemplamos a San José con el Niño Jesús y a nuestra Señora envuelta en un manto azul, al lado del sol. San José y el Niño Jesús aparecieron para bendecir al mundo, porque ellos trazaron la Señal de la Cruz con sus manos. Cuando un poco mas tarde, esta aparición desapareció, vi. a nuestro Señor y a la Virgen; me parecía que era Nuestra Señora de los Dolores. Nuestro Señor apareció para bendecir al mundo en la misma manera que lo hizo San José. Esta aparición también desapareció y vi a Nuestra Señora una vez mas, esta vez como Nuestra Señora del Carmen."
Modelo de padre y esposo
A San José Dios le encomendó la inmensa responsabilidad y privilegio de ser esposo de la Virgen María y custodio de la Sagrada Familia. Es por eso el santo que más cerca está de Jesús y de la Santísima Virgen María.
Nuestro Señor fue llamado "hijo de José" (Juan 1,45; 6,42; Lucas 4,22) el carpintero (Mateo 12,55).
No era padre natural de Jesús (quién fue engendrado en el vientre virginal de la Santísima Virgen María por obra del Espíritu Santo y es Hijo de Dios), pero José lo adoptó y Jesús se sometió a él como un buen hijo ante su padre. ¡Cuánto influenció José en el desarrollo humano del Niño Jesús! ¡Qué perfecta unión existió en su ejemplar matrimonio con María!
San José es llamado el "Santo del silencio" No conocemos palabras expresadas por él, tan solo conocemos sus obras, sus actos de fe, amor y de protección como padre responsable del bienestar de su amadísima esposa y de su excepcional Hijo. José fue "santo" desde antes de los desposorios. Un "escogido" de Dios. Desde el principio recibió la gracia de discernir los mandatos del Señor.
Quizás Dios ha permitido que de tan grande amigo del Señor no se conserve ni una sola palabra, para enseñarnos a amar también nosotros en silencio. "San José, Patrono de la Vida interior, enséñanos a orar, a sufrir y a callar".
San José en el Evangelio
Las principales fuentes de información sobre la vida de San José son los primeros capítulos del evangelio de San Mateo y de San Lucas. Son al mismo tiempo las únicas fuentes seguras por ser parte de la Revelación.
San Mateo (1,16) llama a San José el hijo de Jacob; según San Lucas (3,23), su padre era Heli. Probablemente nació en Belén, la ciudad del Rey David del que era descendiente. Pero al comienzo de la historia de los Evangelios (poco antes de la Anunciación), San José vivía en Nazaret.
Según San Mateo 13,55 y San Marcos 6,3, San José era un "tekton", es decir un artesano-carpintero.
San José tendría quizás de 18 a 20 años de edad cuando se desposó con María quien tendría entre 12 a 14 años. Era un joven justo, casto, honesto, humilde carpintero y al mismo tiempo descendiente del Rey David, ejemplo para todos nosotros.
Comunión de corazones
La relación esposal de San José y la Virgen María nos enseña que el fundamento de la unión conyugal está en la comunión de corazones en el amor divino. Para los esposos, la unión de cuerpos debe ser una expresión de ese amor y por ende un don de Dios. San José y María Santísima, sin embargo, permanecieron vírgenes por razón de su privilegiada misión en relación a Jesús.
La virginidad, como donación total a Dios, nunca es una carencia; abre las puertas para comunicar el amor divino en la forma más pura y sublime. Dios habitaba siempre en aquellos corazones puros y ellos compartían entre sí los frutos del amor que recibían de Dios.
El matrimonio fue auténtico, pero al mismo tiempo, según San Agustín y otros, los esposos tenían la intención de permanecer en el estado virginal. (cf.St. Aug., "De cons. Evang.", II, i in P.L. XXXIV, 1071-72; "Cont. Julian.", V, xii, 45 in P.L.. XLIV, 810; St. Thomas, III:28; III:29:2).
Prueba, confianza y humildad
Pronto la fe de San José fue probada con el misterioso embarazo de María. No conociendo el misterio de la Encarnación y no queriendo exponerla al repudio y su posible condena a lapidación, pensaba retirarse cuando el ángel del Señor se le apareció en sueño:
"José, hijo de David, no temas tomar contigo a María tu mujer porque lo engendrado en ella es del Espíritu Santo. Despertado José del sueño, hizo como el Ángel del Señor le había mandado, y tomó consigo a su mujer." (Mat. 1,19-20, 24).
Unos meses más tarde, llegó el momento para San José y María de partir hacia Belén para empadronarse según el decreto del emperador Cesar Augustus. Esto vino en muy difícil momento ya que ella estaba encinta. (cf. Lucas 2,1-7).
En Belén tuvo que sufrir con la Virgen la carencia de albergue hasta tener que tomar refugio en un establo. Allí nació el hijo de la Virgen. El atendía a los dos como si fuese el verdadero padre. Cual sería su estado de admiración a la llegada de los pastores, los ángeles y más tarde los Reyes Magos de Oriente. Referente a la Presentación de Jesús en el Templo, San Lucas nos dice: "Su padre y su madre estaban admirados de lo que se decía de él".(San Lucas 2,33).
Después de la visita de los magos de Oriente, Herodes el tirano, lleno de envidia y obsesionado con su poder, quiso matar al niño. San José escuchó el mensaje de Dios transmitido por un ángel: "Levántate, toma contigo al niño y a su madre y huye a Egipto; y estate allí hasta que yo te diga. Porque Herodes va a buscar al niño para matarle." (San Mateo 2,13). San José obedeció y tomó responsabilidad por la familia que Dios le había confiado.
San José tuvo que vivir unos años con la Virgen y el Niño en el exilio de Egipto. Esto representaba dificultades muy grandes: la Sagrada familia, siendo extranjera, no hablaba el idioma, no tenían el apoyo de familiares o amigos, serían víctimas de prejuicios, dificultades para encontrar empleo y la consecuente pobreza. San José aceptó todo eso por amor de Dios, sin exigir nada.
Una vez más por medio del ángel del Señor supo de la muerte de Herodes: "Levántate, toma contigo al niño y a su madre, y ponte en camino de la tierra de Israel; pues ya han muerto los que buscaban la vida del niño. El se levantó, tomó consigo al niño y a su madre, y entró en tierra de Israel. Pero al enterarse de que Arquelao reinaba en Judea en lugar de su padre Herodes, tuvo miedo de ir allí; y avisado en sueños, se retiró a la región de Galilea". (San Mateo 2,22).
Fue así que la Sagrada Familia regresó a Nazaret. Desde entonces el único evento que conocemos relacionado con San José es la "pérdida" de Jesús al regreso de la anual peregrinación a Jerusalén (cf. San Lucas 2, 42-51). San José y la Virgen lo buscaban por tres angustiosos días hasta encontrarlo en el Templo.
Dios quiso que este santo varón nos diera ejemplo de humildad en la vida escondida de su Sagrada Familia y su taller de carpintería.
Lo más probable es que San José haya muerto antes del comienzo de la vida pública de Jesús ya que no estaba presente en las bodas de Caná ni se habla más de él. De estar vivo, San José hubiese estado sin duda al pie de la Cruz con María Santísima. La entrega que hace Jesús de su Madre a San Juan da también a entender que ya San José estaba muerto.
Los Santos y la devoción a San José
La devoción a San José se fundamenta en que este hombre "justo" fue escogido por Dios para ser el esposo de María Santísima y hacer las veces de padre de Jesús en la tierra.
Durante los primeros siglos de la Iglesia la veneración se dirigía principalmente a los mártires. Quizás se veneraba poco a San José para enfatizar la paternidad divina de Jesús. Pero, así todo, los Padres (San Agustín, San Jerónimo y San Juan Crisóstomo, entre otros), ya nos hablan de San José. Según San Callistus, esta devoción comenzó en el Oriente donde existe desde el siglo IV, relata también que en la gran basílica construida en Belén por Santa Elena había un hermoso oratorio dedicado a nuestro santo.
Algunos santos del siglo XII comenzaron a popularizar la devoción a San José entre ellos se destacaron San Bernardo, Santo Tomás de Aquino, Santa Gertrudis y Santa Brígida de Suecia y San Bernardino de Siena .
Según Benito XIV (De Serv. Dei beatif., I, iv, n. 11; xx, n. 17), "la opinión general de los conocedores es que los Padres del Carmelo fueron los primeros en importar del Oriente al Occidente la laudable práctica de ofrecerle pleno culto a San José".
En el siglo XIV y XV, merecen particular mención como devotos de San José los santos Vicente Ferrer y Bernadino de Siena.
Finalmente, durante el pontificado de Sixto IV (1471-1484), San José se introdujo en el calendario Romano en el 19 de Marzo. Desde entonces su devoción ha seguido creciendo en popularidad. Benedicto XIII introdujo a San José en la letanía de los santos en 1726, siglo en que San Francisco de Salles predicó muchas veces recomendando la devoción a él.
Los franciscanos fueron los primeros en tener la fiesta de los desposorios de la Virgen con San José.
La devoción a San José se arraigó entre los obreros durante el siglo XIX. El crecimiento de popularidad movió a Pío IX, él mismo un gran devoto, a extender a la Iglesia universal la fiesta del Patronato (1847) y en diciembre del 1870 lo declaró Santo Patriarca, patrón de la Iglesia Católica. León XIII y San Pío X fueron también devotos de San José. Este último aprobó en 1909 una letanía en honor a San José.
El Papa Pío XII instaura la fiesta de San José, Obrero, el día 1 de mayo.
El Papa Pío XII instauró la fiesta de San José, Obrero, el día 1 de mayo y Juan Pablo II habló en "Redemptoris Custos";de la misión de San José especialmente en estos tiempos donde la Iglesia enfrenta grandes peligros.
"Tomé por abogado al glorioso San José" (Santa Teresa)
La que más propagó devoción a San José fue Santa Teresa de Ávila, que fue curada por él de una terrible enfermedad que la tenía casi paralizada, enfermedad que ya era considerada incurable.
En adelante esta santa ya no dejó nunca de recomendar a las gentes que se encomendaran a él. Y repetía: "Otros santos parece que tienen especial poder para solucionar ciertos problemas. Pero a San José le ha concedido Dios un gran poder para ayudar en todo".
"Tomé por abogado y señor al glorioso San José.", decía Santa Teresa de Jesús.
"No me acuerdo hasta ahora, agregaba, haberle suplicado cosa que la haya dejado de hacer. Es cosa que espanta las grandes mercedes que me ha hecho Dios por medio de este bienaventurado santo...No he conocido persona que de veras le sea devota que no la vea más aprovechada en virtud, porque aprovecha en gran manera a las almas que a él se encomiendan...Solo pido por amor de Dios que lo pruebe quien no le creyere y verá por experiencia el gran bien que es encomendarse a este glorioso patriarca y tenerle devoción..." . (Santa Teresa de Ávila)
San José, Patrono de la Iglesia Universal
El Papa Pío IX, atendiendo a las innumerables peticiones que recibió de los fieles católicos del mundo entero, y, sobre todo, al ruego de los obispos reunidos en el concilio Vaticano I, declaró y constituyó a San José Patrono universal de la Iglesia, el 8 de Diciembre de 1870.
¿Que guardián o que patrón va darle Dios a su Iglesia? El que fue el protector del Niño Jesús y de María. Cuando hubo llegado el tiempo de fundar la familia divina, San José fue elegido por Dios para padre nutricio y protector, y cuando se trató de continuar esta familia en el mundo, esto es, de fundar, de extender y de conservar la Iglesia, a San José se le encomienda el mismo oficio. Un corazón que es capaz de amar a Dios como a hijo y a la Madre de Dios como a esposa, es capaz de abarcar en su amor y tomar bajo su protección a la Iglesia entera, de la cual Jesús es Cabeza y María es Madre.
¡Pidamos a San José que custodie a la Iglesia entera!
San José, patrono de los moribundos
La devoción cristiana ha considerado siempre a San José como Patrono y Abogado especialísimo de los moribundos, ya que él tuvo la muerte más privilegiada que jamás haya experimentado criatura alguna: entre los brazos de Jesús y de María.
Esta piadosa creencia ha sido comprobada en la práctica con muchos testimonios de personas que han visto claramente la intercesión de San José a la hora de la muerte de un familiar y la Iglesia ha confirmado esta devoción (Papa Benedicto XV, 25 de julio de 1920).

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