26/12/11

PARA NUESTRO ROSARIO

Publicado en JAVIEROU

SALTERIO MARIAL
(Selección)
SAN ANSELMO
 
MISTERIOS GOZOSOS
Ave, Madre, tu Hijo en su justicia dispone que venga sobre nosotros la justa ayuda del Padre
Ave, Reina de las vírgenes, Madre, virgen después del parto; tu Hijo es el lote hermoso, la heredad que me encanta.
Ave, Madre, la raza humana a tu Hijo en ti proclama, porque Él nos manifiesta las maravillas de su gracia.
Ave, los espíritus te alaban, toda virtud te canta; envuelto en la nube de tu carne, desde ti –oh cielo– el Señor tronaba.
Ave, de tu tálamo virginal Dios nació, y, colmándonos de gracia, como Esposo se nos dio.
Ave, Sión, desde ti, Dios hecho carne es nuestro apoyo: el que hizo la paz en su cuerpo, se acuerda de nuestras ofrendas.
Ave, Madre, tu Hijo es torrente de delicias, Verbo del Padre hecho hombre, Luz de luz, fuente de vida.
Ave, tú diste a luz a Jesucristo, diestra del Padre; al rostro del Dios invisible, en su luz, visible se hace.
Ave, tu Hijo, el Altísimo, consagra su morada; el rayo de la luz Paterna se hace medicina nuestra.
Ave Madre, tu único Hijo, Dios y hombre, desde el confín de la tierra invoca, cuando en nosotros, sus miembros, implora.
MISTERIOS DOLOROSOS
Ave, Madre, tu Hijo a Dios, su Padre, pidió y recibió en herencia las naciones que redimió.
Ave, Madre, tu Hijo se durmió en su pasión, se acostó en el sepulcro, venció a la muerte en su resurrección.
Ave, Madre singular, gracias a tu fecundidad son dichosos los hombres, absueltos de su maldad.
Ave, estrella virginal, tu fruto singular de la cítara nos habló cuando en la cruz murió. A Él bien le salmodiamos con el arpa de diez cuerdas cuando a Él le dedicamos el decálogo sagrado.
Ave, Madre, tu hijo se hizo sacrificio por nosotros. Dios hecho carne se manifiesta como única medicina nuestra.
Ave, Madre, tu Hijo nos sanó de nuestro mal; único abogado, poderoso para defender y perdonar.
Ave, virgen poderosa, tu Hijo en la cruz clavado alzó el poder del justo, rompió las cadenas del pecado.
Ave, Madre, tu Hijo crucificado nos rescató, con el agua y con la sangre, con el cáliz de la salvación.
Ave, celestial Señora, merced de tu fruto somos; pues, por su muerte gloriosa, hemos recibido vida.
Ave, en tu Hijo está la misericordia; Él derrama sobre su pueblo la redención copiosa.
MISTERIOS GLORIOSOS
Ave, por tu Hijo, auxilio que envía Dios Padre, por los bienes que nos hizo en el Señor, nos alegramos.
Ave, reina de la gracia, tu Hijo, Rey de la Gloria, es el Señor de los Ejércitos, Luz de luz, Cristo Dios.
Ave, Madre, tu Hijo, al resucitar, se nos hizo júbilo por la mañana, gloria y esperanza.
Ave, Madre, tu hijo se hizo salvador de nuestra almas; por lo cual invita el salmo: Pueblos todos batid palmas.
Ave, tu Hijo sobre el cielo está elevado y su gloria llena toda la tierra.
Ave, por tu Hijo aclamamos a Dios Padre. Salmodiamos y alabamos, y con cantos exultamos.
Ave, Madre, a tu Hijo como al Dios verdadero, adoran, glorifican, alaban y engrandecen todos los pueblos.
Ave, santuario del Rey, cuyo honor es la justicia, y el estrado de sus pies, el manto de la carne asumida.
Ave, por ti nuestra Sión aparecerá gloriosa; de tu Hijo son las obras y las creaturas todas.
Ave, Madre, desde ti, el Señor, el Hijo de Dios, nos ilumina, concebido por el Espíritu Santo y, de entre los muertos, resucitado.
El Señor es Dios, Él nos ilumina (Salmo 117)

Cuando el Señor reconstruya Sión y aparezca en su gloria... el pueblo que será creado alabará al Señor (Salmo 101)
Ensalzad al Señor Dios nuestro, postraos ante el estrado de sus pies. Él es santo (Salmo 98)
Todos los pueblos vendrán a postrarse en tu presencia, Señor y a honrar tu nombre. Grande eres Tú y haces maravillas, Tú eres el único Dios (Salmo 85)
Aclamad a Dios, tierra entera. Decid a Dios: Qué temibles son tus obras. Que se postre ante Ti la tierra entera, que toquen en tu honor (Salmo 65)
Elévate sobre el cielo, Dios mío, y llene la tierra tu gloria. Te daré gracias ante los pueblos, señor; tañeré para Ti ante las naciones (Salmo 56)
Pueblos todos, batid palmas, aclamad a Dios con gritos de júbilo, porque el Señor es sublime, emperador de toda la tierra (Salmo 46)
Señor, sacase mi vida del abismo, me hiciste revivir cuando bajaba a la fosa. Al atardecer nos visita el llanto, por la mañana el júbilo (Salmo 29)
¿Quién es ese Rey de la gloria? El Señor, Dios de los Ejércitos, Él es el Rey de la gloria (Salmo 23)
Alegra mi corazón con tu auxilio, y cantaré al Señor por el bien que me ha hecho (Salmo 12)
Desde lo hondo a ti grito, Señor: Señor, escucha mi voz; estén tus oídos atentos al clamor de mi súplica... Del Señor viene la misericordia, la redención copiosa (Salmo 129).

La herencia que da el Señor son los hijos, su salario el fruto del vientre (Salmo 126)
Me envolvían redes de muerte, caí en tristeza y angustia, invoqué al Señor: ¡Señor, salva mi vida! (Salmo 115)
Derribaré el poder de los malvados y se alzará el poder del justo (Salmo 74)
Yo dije: «Señor, ten misericordia; sáname porque he pecado contra ti» (Salmo 40)
No pides sacrificio expiatorio; entonces yo digo: Aquí estoy. Dios mío lo quiero, llevo tu ley en mis entrañas (Salmo 39)
Dad gracias al Señor con la cítara, tocad en su honor el arpa de diez cuerdas, cantadle un cántico nuevo (Salmo 32)
Dichoso el que está absuelto de su culpa, a quien le han enterrado su pecado (Salmo 31,1)
Puedo acostarme y dormir y despertar, el Señor me sostiene (Salmo 3)
Te invoco desde el confín de la tierra, llévame a una roca inaccesible, porque Tú eres mi refugio contra el enemigo (Salmo 60)

Pídemelo y te daré en herencia las naciones; en posesión hasta los confines de la tierra (Salmo 2)
El correr de las acequias alegra la ciudad de Dios, el Altísimo consagra su morada (Salmo 45)
No fue su espada la que ocupó la tierra, la que les dio la victoria, sino tu diestra y la luz de tu rostro, porque Tú los amabas (Salmo 43)
Les das a beber del torrente de tus delicias... En Ti está la fuente viva y en tu luz veremos la luz (Salmo 35)
Que te apoye desde Sión; que se acuerde de todas tus ofrendas, que te escuche el Señor en el peligro, que te envíe auxilio desde el santuario (Salmo 19)
El sale como el esposo de su tálamo, contento como un héroe a recorrer su camino (Salmo 18)
...Y el Señor tronaba desde el cielo, el Soberano hacía oír su voz (Salmo 17)
Muestra, Señor, las maravillas de tu misericordia. Guárdame como a las niñas de tus ojos (Salmo 16)
Me ha tocado un lote hermoso, me encanta mi heredad. Bendeciré al Señor, hasta de noche me instruye internamente (Salmo 15)
Tú, sondeas el corazón y las entrañas, Tú eres un Dios justo. Mi escudo es Dios, que salva a los hombres sinceros (Salmo 7)

23/12/11

UNA FELIZ Y SANTA NAVIDAD

DESEAMOS A TODOS LOS QUE NOS VISITAN UNA MUY FELIZ
Y SANTA NAVIDAD


DESCUBRAMOS EN EL PORTAL DE BELÉN LA UNIÓN ÍNTIMA DE LOS SAGRADOS CORAZONES, DEL NIÑO Y SU MADRE, EN ARDENTÍSIMA CARIDAD

20/12/11

EL AMOR EN LA CARIDAD

Se aproxima la Navidad, y el gran Misterio del Pesebre nos llama a reflexionar sobre el Amor.

Nada mejor que un texto con base firme, como el que sigue y que hemos podido leer en AUTORES CATÓLICOS.

Discurso sobre la Suma Teológica de Santo Tomas de Aquino
La virtud teologal de la Caridad






En la 2-2 y en las cuestiones 23-46, estudia el Angélico la virtud de la caridad, tratado que es una mina de oro, comparado con el filón de plata de las demás virtudes. Es el mayor tratado de teología moral del mayor de los teólogos, con que su vigor filosófico genial, aporta a la Iglesia y al servicio de la fe la sabiduría más excelsa de la inteligencia humana.

SUS FUENTES Y SU SINTESIS

Conoció santo Tomás exhaustivamente todo lo que habían escrito los teólogos anteriores, y asimilado todo, transmitió la sabiduría de ellos, enriquecida con su genial visión.

Solamente en este tratado, cita explícitamente a San Agustín, San Ambrosio, Aristóteles, san Basilio, san Bernardo, el Crisóstomo, Cipriano, el Damasceno, Dionisio, san Gregorio, San Gregorio Niseno, Horacio, Cicerón, san Isidoro, san Jerónimo, san León Magno, Pedro Lombardo, Orígenes, Rábano Mauro, Salustio y el papa Urbano.

DEFINICION

La caridad, la mayor de las virtudes teologales Según la conocida afirmación de San Pablo, (1 Cor 13,13), es un amor infuso de amistad que une al hombre con Dios y le connaturaliza y lo transforma en El y al ser principio de unión con Dios, es también el origen en el hombre de la vida divina, que crece con la caridad. Si todas y cada una de las virtudes ayudan al hombre a conseguir su plenitud, es en función de que la caridad, la reina de todas, las utilice para ordenar o elevar a Dios, Bien absoluto, la entera vida humana. Y en este sentido la caridad es vínculo de perfección (Col 3,14).

EL MERITO DE LA CARIDAD

El mérito de la vida sobrenatural consiste principalmente en la caridad, como principio ordenador de nuestra actividad a Dios, y las demás virtudes sólo son meritorias cuando están vivificadas por la caridad. Por tanto el valor moral del hombre no está en las obras sino en el amor, que es la primera de las obras y el motor y el valorizador de las mismas. Dice san Juan de la Cruz, y lo repetirá santa Teresa del Niño Jesús, que "Dios no necesita nuestras obras, sino nuestro amor". Por eso la caridad es la principal ley cristiana, cuyo primer mandato es amar a Dios y el segundo y semejante, amar al prójimo. "El que ame a Dios ame también a su hermano" (1 Jn 4,21). "En estos dos mandamientos se encierra la Ley y los Profetas" (Mt 22, 40). Y "la plenitud de la ley es el amor" (Rm 13,10). Y san Francisco de Sales: "En la Iglesia todo es amor; todo vive en el amor, para el amor y del amor". En el discurso de clausura del Concilio Vaticano II, el Papa Pablo VI declaró que la Iglesia amaba el mundo.

LA CARIDAD OPTIMIZA LOS ACTOS HUMANOS BUENOS

La caridad es la virtud elevante de los actos buenos humanos, porque, dice santo Tomás, "la obra de una virtud más noble es mejor y es más meritoria. Por eso el acto de una virtud inferior es mejor y más meritorio si es imperado por una virtud superior, que se lo apropia por su imperio" y así un acto de humildad, de castidad, de paciencia, hecho por obediencia, tiene un valor superior al de su propia entidad. Y sobre todo, queda supremamente revalorizado cuando se hace por caridad.

VIRTUDES INTRODUCTORIAS DE LA CARIDAD

La fe y la esperanza preparan al hombre para recibir la caridad, que es la que establece la comunicación máxima del hombre con Dios y lo transforma en Dios. La caridad es la culminación de la vida de Dios en el hombre. La acción de las otras virtudes es iluminada por el faro de la caridad que, introduce el corazón humano en el corazón de Dios.

AMISTAD Y FILIACION DIVINA

La caridad consiste en una amistad del hombre con Dios, sobre el fundamento de la bienaventuranza divina. Y así en la Revelación se nos muestra la caridad como el amor entre el hombre, hijo de Dios por la gracia, con su Padre Dios. Dios mismo, amado como amigo por su bondad infinita y beatificante, es el objeto de la caridad. Caridad, amor, amistad, amor benevolente y no concupiscente, que ama al amigo por sí mismo, y no en beneficio o deleite o interés propio. Hablamos hoy de utilizar a las personas en este sentido, cuando las personas se convierten en objeto que se utiliza, y se retira cuando ya no sirve. "Al amor le tienen usurpado el nombre", dice santa Teresa. La amistad exige reciprocidad de amor; no se establece cuando es uno solo el que ama, sino cuando el amor es correspondido: "Tratar de amistad con quien sabemos nos ama", dice santa Teresa que es la oración, "el camino del amor". La amistad, el amor o se cultiva o se desertiza: "Deudo y amigo se pierden por la falta de trato". Los caminos del amor que no se andan, se llenan de abrojos y espinas. El ejercicio y la comunicación, aumentan el amor que, en principio ha sido derramado en nuestro corazón por el Espíritu Santo que se nos ha dado.

CARIDAD CON EL PRÓJIMO

"He aquí que yo voy a juzgar entre oveja y oveja, entre carnero y macho cabrío". "El separará a unos de otros, como un pastor separa las ovejas de las cabras". En el evangelio de san Mateo, 25, 31 aparecen tan ateos los que se salvan como los que se pierden, con la diferencia de que unos amaron a los crucificados, y otros no. ¿Cuándo te vimos?... es la pregunta que unos y otros hacen al Rey, a quien no han sabido reconocer en el prójimo, a quien Dios nos manda amar con amor de caridad sobrenatural externo e interno.

OBJETOS DE LA CARIDAD

Enseña santo Tomás que la misma caridad divina que se refiere a Dios como a su objeto primario, se extiende también al prójimo como objeto secundario. Por la caridad amamos la bondad de Dios. Como esa bondad es también participada por los hombres, hemos de amar a los hombres por lo que tienen en sí de bondad de Dios.

Existe un amor puramente natural por el que se ama a los demás por sus cualidades naturales, belleza, fortuna, ciencia, talento, arte..., pero este amor no es caridad, consiguientemente tampoco es meritorio. Y hay otro amor sobrenatural por el que se ama al prójimo por Dios y para Dios, en cuanto hijo de Dios, hermano de Cristo, templo del Espíritu Santo. Este es el amor cristiano, la caridad: "Este mandamiento nos ha dado Dios, que el que ama a Dios ame a su hermano" (Jn 4, 21). "En estos dos mandamientos se funda toda la ley y los profetas" (22, 40). Por eso dice san Pablo "Quien ama al prójimo ha cumplido la ley. Pues no adulterarás, no matarás y cualquier otro precepto se resume en esto: Amarás al prójimo como a tí mismo" (Rm 13, 8).

QUE ES AMAR

Amar es querer el bien para los demás, que pueden compartir con nosotros el bien de la caridad, que es la bienaventuranza divina. Con la misma caridad con que amamos a Dios, como objeto primario, debemos amar a los hermanos como objeto secundario. O lo que es lo mismo, nuestro amor de amistad con Dios, debe extenderse a todos los que comparten el bien divino que participan, y esto por la común bienaventuranza trascendente; por la filiación divina, por la que amamos a Dios como Padre y a sus hijos, los hombres, como El los ama; y por su incorporación a Cristo.

La caridad ama al hombre por Dios, y le procura, ante todo, sus bienes divinos. Es distinta de la filantropía, que ama al hombre por el hombre y quiere y procura sólo sus bienes humanos y temporales. En consecuencia, para que los amores naturales legítimos sean meritorios, deben ser elevados por la caridad. Una madre debe amar a sus hijos, no sólo como hijos de ella, sino primeramente como hijos de Dios, si quiere que su amor sea meritorio.

Incluso en el hombre menos valorizado hay un valor divino que le hace acreedor al amor de los demás hombres. Dice Santo Tomás: "La razón del amor al prójimo es Dios; pues lo que hemos de amar en él es que esté en Dios. Y por eso el acto con que amamos a Dios es el mismo que el acto con el que amamos al prójimo" (2-2, 24, a 1). "Ningún pecador como tal, es digno de amor, pero todo hombre en cuanto hombre es amable por Dios", dice san Agustín.

AMAR A LOS ENEMIGOS

El amor a los enemigos obliga a romper el odio y el deseo de venganza. Por eso pecan gravemente los personas que dejan de saludarse o hablarse durante mucho tiempo, y hay obligación de reconciliarse cuanto antes. La caridad produce frutos: la misericordia, que es la primera y más importante de las virtudes con el prójimo, cuyas obras corporales y espirituales, son conocidas: Enseñar, dar buen consejo, corregir, perdonar, consolar, sufrir, rogar, visitar, dar de comer y de beber, vestir, dar posada, redimir, enterrar.

La beneficencia, es hacer a los demás algún bien, como signo de la benevolencia interior. A veces se relaciona con la justicia, cuando lo que se da, se debe; o con la liberalidad, cuando se da gratuitamente.

Por caridad y por derecho natural y divino tenemos obligación de practicar la limosna: El capítulo 25 de san Mateo, no da otra razón de la bienaventuranza y de la condenación.

PECADOS CONTRA LA CARIDAD

Los pecados contra la caridad son el odio, que desea el mal al prójimo, o se entristece por sus bienes; la envidia, tristeza del bien ajeno, que se considera como mal propio, porque parece que rebaja la propia gloria y excelencia. Es uno de los pecados más viles, señal de un alma ruin, totalmente contraria al evangelio. Nace de la soberbia, y engendra el odio, la murmuración, la difamación, la alegría del mal y la tristeza en la prosperidad; son también pecados contra la caridad, la discordia, la riña, el escándalo, la cooperación al mal. La sentencia será tan terrible para unos: "Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno"; "irán al castigo eterno", como consoladora para los que practicaron la caridad: "Venid, benditos, heredad el Reino"...

13/12/11

ORACIÓN DE SÚPLICA Y CONSAGRACIÓN AL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS

Del excelente blog CATOLICIDAD



SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS:

En las dificultades: Ayúdame.
De los enemigos del alma: Sálvame.
En los desaciertos: Ilumíname.
En mis dudas y penas: Confórtame.
En mis soledades: Acompáñame.
En mis enfermedades: Fortaléceme.
Cuando me desprecien: Anímame.
En las tentaciones: Defiéndeme.
En las horas difíciles: Consuélame.
Con tu corazón paternal: Ámame.
Con tu inmenso poder: Protégeme.
Y en tus brazos al expirar: Recíbeme.
Amén.

Consagración de la Familia al Sagrado Corazón de Jesús

Santísimo Amor de Jesús, te consagramos nuestros corazones, nuestras vidas, y nuestras familias.
Conocemos que el ejemplo bello de Tu hogar en Nazaret, fue un modelo para cada una de nuestras familias.
Esperamos obtener con Tu ayuda, la unión y el amor fuerte y perdurable que recibiste.
- Que nuestro hogar se llene de gozo.
- Que el afecto sincero, la paciencia, la tolerancia y el respeto mutuo, estén siempre presentes.
- Que nuestras oraciones incluyan las necesidades de los otros, no sólo las nuestras.
- Que siempre estemos cerca de los Sacramentos.
- Que la paz esté con nosotros, y cuando vengan las dificultades danos consuelo y esperanza.
Bendice a todos los que aquí habitamos y también a los difuntos
Mantén nuestras familias cerca de tu Amor y que Tu protección esté siempre con nosotros.
Amén. 

EL SAGRADO CORAZÓN DE JESUCRISTO

Él es quien, desde el Tabernáculo santo, sostiene, dirige, consuela a las almas; este Corazón es el que inspira todos los sacrificios, el que santifica todos nuestros dolores, el que hace nacer todas nuestras virtudes.


Este Corazón es el que perdona en el santo tribunal de la Penitencia, que se manifiesta a nosotros por sus inspiraciones interiores; es el que nos ha dado por madre a María, y el que, en la Eucaristía, hace sus delicias al habitar entre los hijos de los hombres.


Esta devoción es una de las más completas, porque resume la religión entera, que no es otra cosa sino un comercio de amor entre Dios y el hombre.


Esta devoción es una de las más amables y más consoladoras, puesto que nos muestra todos nuestros padecimientos sufridos por el corazón de nuestro Dios, antes de llegar a nuestros corazones; porque nos da a conocer el Corazón e Jesús, ese Corazón en el cual abundan todas las cualidades que forman los corazones buenos, los corazones nobles, grandes, generosos, heroicos.


El Corazón de Jesús es el corazón del amigo más adicto y más fiel, el corazón del mejor y del más tierno de los padres, el corazón del libertador más desinteresado y magnánimo, el corazón de un Dios que posee todos los atractivos, todas las perfecciones que puedan agradar, conmover y atraer.








7/12/11

MODELO DEL SACERDOCIO CATÓLICO

El Santo Cura de Ars entra a la Basílica de San Pedro

El Santo Cura de Ars
El Santo Cura de Ars en San Pedro

Un evento excepcional

Antoine-Marie IzoardRoma













Las decenas de sacerdotes de todo el mundo que se preparan cada día para celebrar misa en la Basílica de San Pedro, ahora se ponen al alba bajo la atenta mirada del Santo Cura de Ars. Durante la última audiencia general que se celebró el 30 de noviembre, Benedicto XVI bendijo un inmenso retrato del francés Jean-Marie Vianney que más tarde fue instalado en la gran sacristía de la Basílica vaticana.
 
El obispo de la diócesis francesa de Belley-Ars, Mons. Guy Bagnard, quiso regalar este cuadro a la Basílica del Papa, como recuerdo del Año Sacerdotal promovido por Benedicto XVI y que fue celebrado de junio de 2009 a junio de 2010. Hizo entrega de manera simbólica del cuadro al Papa, acompañado por una delegación que viajó de la ciudad del Santo Cura y por el rector del Seminario francés de Roma. Ante los fieles, Benedicto XVI expresó su deseo de que el sacerdote confesor del Siglo XIX haga que todos lleguen a entender «la importancia de la oración».
 
El rostro austero del Santo Cura de Ars vigila ahora a todos los sacerdotes del mundo en San Pedro de Roma. Una especie de revancha, porque en junio de 2010, el cura canonizado por Pío XI en 1925 y poco después proclamado «patrón de los curas de parroquia», habría tenido que ser proclamado por Benedicto XVI  «patrón de los sacerdotes del mundo». Pero, según algunos, el simple y místico cura francés no fue juzgado suficientemente representativo de los sacerdotes del Siglo XXI, ni suficientemente universal.
 
Pero quienes entregaron al Papa el gran retrato de Jean-Marie Vianney manifiestan que existen algunas semejanzas entre Benedicto XVI y el Santo Cura: una mezcla de simplicidad y austeridad, humildad e interioridad.

Publicado en VATICAN INSIDER

8 de Diciembre

Fiesta de la Inmaculada Concepción

La Inmaculada Concepción y el plan de Dios

 

Celebramos hoy la fiesta de la Inmaculada Concepción, esto es, el privilegio que la Virgen María recibe, en el momento mismo de su concepción en el seno de su madre Santa Ana, de verse libre del pecado original. Este dogma celebra, pues, la primera victoria total contra el pecado, porque significa exención de todo poderío del pecado y del demonio sobre este alma bienaventurada de María; victoria de Cristo, único Salvador del género humano, pues la Inmaculada Concepción es concedida a María en previsión de los méritos de Cristo en su Pasión y muerte.
Dos puntos me gustaría considerar con motivo de esta fiesta: • el primero, el aspecto combativo y actual de este dogma; • el segundo, cómo por este dogma se nos revela el gran plan de Dios, de redimir al género humano por un Hombre y una Mujer.

1º Aspecto combativo y actual de la Inmaculada Concepción.
En 1917 la Francmasonería festejó en Roma su segundo centenario de existencia. Por todas partes aparecían banderas y pancartas que representaban al Arcángel San Miguel vencido y derribado por Lucifer; y en la misma plaza de San Pedro se podía escuchar el siguiente eslogan: «¡Satán reinará en el Vaticano, y el Papa formará parte de su cuerpo de guardia!».
El entonces hermano Maximiliano Kolbe, franciscano conventual polaco, era entonces estudiante de teología en la Gregoriana de Roma. Ante estas demostraciones de audacia del enemigo, se pregunta: «¿Por qué los católicos tienen que ser tan pusilánimes en defender su fe, cuando los enemigos son tan audaces en atacarla? ¿No poseemos nosotros armas más eficaces que ellos, el Cielo y la Inmaculada?». Y meditando en las Sagradas Escrituras y en los Santos Padres, inspirándose en los escritos de los santos marianos, especialmente de San Luis María de Montfort; considerando el dogma de la Inmaculada y las apariciones de Nuestra Señora de Lourdes, y la extensión práctica de todas estas verdades, llega a esta conclusión: «La Virgen Inmaculada, victoriosa contra todas las herejías, no cederá ante su enemigo que levanta cabeza; si encuentra servidores fieles, dóciles a sus órdenes, logrará nuevas victorias, mucho mayores de lo que podríamos imaginar…».
Y funda así, el 16 de octubre de 1917, tan sólo tres días después del milagro de Fátima, la Milicia de la Inmaculada. El emblema de esta nueva milicia será la Medalla Milagrosa. Su exigencia, la consagración total a la Inmaculada Madre de Dios, para vivir prácticamente esta consagración. Su fin, arrancar a las masas de las garras de Satán y pedir a la Inmaculada la conversión de los enemigos de la Iglesia, especialmente los francmasones.
Si San Maximiliano Kolbe da a su Milicia el nombre de Milicia de la Inmaculada, es también, y hay que saberlo, porque la definición del dogma de la Inmaculada Concepción en 1854 por Pío IX revistió un aspecto combativo que los enemigos de la Iglesia supieron discernir enseguida, y que nosotros no debemos olvidar. En efecto, en 1854 están en plena circulación todos los principios del Contrato Social de Rousseau, que deberían llevar al establecimiento universal de esta gran mentira que es la democracia y de los derechos del hombres. ¿Cuál es el cimiento de todas estas fábulas, de todas estas mentiras en que de tan buena gana cree el hombre moderno? Uno solo: el dogma de la inmaculada concepción… del hombre. Se postula que el hombre es bueno por naturaleza, que el hombre nace bueno, y que es la sociedad la que lo corrompe. Sin esta verdad de base, todo el sistema social revolucionario se derrumba.
Pues bien, Pío IX lo tira al piso por su definición dogmática. Pues al definir la Inmaculada Concepción de María, no hace más que asentar la siguiente verdad: que la inmunidad del pecado original, lejos de ser una ley general para todos los hombres, es al contrario el privilegio único y exclusivo de una sola creatura, que es la Santísima Virgen María. Y que, por lo tanto, para los demás hombres sigue vigente el pecado original, con todas las consecuencias que ello implica: la necesidad de un Redentor, al que deben someterse todos los hombres; la necesidad de la autoridad, de la gracia, de los sacramentos, de la Iglesia, de la educación, de la familia, del orden social cristiano en definitiva, concebido y construido especialmente para curar a hombres que nacen en pecado original… La necesidad, pues, de todo lo que los revolucionarios pretendían negar…

2º El plan de Dios en la economía de la Redención.
Pero si profundizamos un poco más, veremos que el dogma de la Inmaculada Concepción, especialmente celebrado en el Adviento, al comienzo de la celebración de los misterios de Cristo, nos revela poderosamente el plan de Dios en la obra de nuestra Redención. En efecto, nos presenta, antes que a Cristo, el Nuevo Adán, a María en toda la plenitud de su santidad, como Nueva Eva. La escena del Evangelio es, a este propósito, muy sugestiva.
Dios ha querido que el género humano fuera propagado según la carne por un hombre y por una mujer. Y también ha querido que, en el orden sobrenatural, fuera restaurado por un Hombre y por una Mujer.
Esto es, la obra de la Redención es concebida al modo de una venganza divina, como nos lo enseñan unánimemente los Santos Padres.
El plan de Satán fue el de perder al hombre, y con él a toda sus descendencia, a través de la mujer, escudándose en ella, disimulándose detrás de ella. Eva tuvo así, en el orden de la caída, un papel de introducción, de preparación y de colaboración.
El plan de Dios será salvar a la humanidad a través de un Hombre, un Nuevo Adán, pero con la colaboración de una Mujer, una Nueva Eva. El Nuevo Adán es Cristo, y la Nueva Eva es María. María tiene así, en el orden de la redención y por voluntad divina, un papel de introducción (encarnación), de preparación (Caná) y de colaboración (en todos los misterios de Cristo, pero especialmente en el Calvario).
Para cumplir convenientemente esta misión, que era de lucha y de victoria contra el diablo, era necesario que María no tuviese nada que ver con él, que fuese Inmaculada: Inmaculada para ser digna Madre del Redentor; Inmaculada para poder ser Corredentora del género humano; Inmaculada para ser asociada en la obra de santificación del Redentor en toda su línea.
 
Conclusión.
Ya lo vemos, el dogma de la Inmaculada Concepción nos muestra, ya en esbozo y en preparación, a la Santísima Virgen metida de lleno en la obra de la Redención, de la que Ella misma es el primer fruto, y el más acabado. Y por lo tanto, nos muestra a la Santísima Virgen metida de lleno en la Iglesia Católica, en nuestra propia vida espiritual, en la vida de nuestras familias y de nuestras sociedades.
Dios ha guardado el buen vino hasta el final. La visión grandiosa del papel de María, y la intervención extraordinaria de la Virgen Santísima en la obra de la Redención, que se ha de hacer mucho más visible hacia el fin de los tiempos, es una gracia que Dios ha reservado para el final, para el momento en que la Iglesia, como grano de mostaza, haya crecido ya muchísimo, y con ella el conocimiento, el amor, la honra y el servicio a la Santísima Madre de Dios.
Por eso, ofrezcámonos hoy a la Santísima Virgen, entreguémonos totalmente a Ella. Vivimos tiempos muy peligrosos, los tiempos en que el demonio anda totalmente desatado; pero esos tiempos han de ser también, y forzosamente, los de la Inmaculada que le aplasta la Cabeza. Y también nosotros somos llamados a tomar parte de las enemistades de la Mujer contra la Serpiente, y de su victoria contra el demonio: a condición, sin embargo, de ser plena y voluntariamente la descendencia de María.
R. P. José María Mestre Roc.

Publicado en STAT VERITAS

2/12/11

HORNO ARDIENTE DE CARIDAD


Madre Adela Galindo, Fundadora SCTJMSolo para uso privado -©

“Dios es amor”. Exclama con ardor el apóstol San Juan en su primera carta v.8. San Juan, el mas joven de los discípulos del Señor, denominado el apóstol del amor, fue el último en morir. Según crecía en edad, su enseñanza fue cada vez mas sencilla, hablaba solo del amor de Dios. Según una tradición, uno de sus discípulos le preguntó: ¿Porque no hablas de otra cosa? Y el respondió: “porque no hay otra cosa mas importante de que hablar.”
Aunque el cristianismo es complejo, conteniendo misterios y verdades que a veces a la mente humana le cuesta penetrar, es a la vez muy sencillo: al final de todo análisis se encuentra el amor de Dios y a lo único que esas verdades nos deben llevar es a amar a Dios. El amor de Dios es la causa última de todo lo que existe, la causa última de todo lo que ocurre, la causa última de nuestra existencia. Todo lo que Dios ha creado lo ha hecho por amor, nos ha creado por amor..... sostiene todo en existencia por amor... nos busca después que nos hemos alejado de El, por amor... desarrolla todo un plan de salvación por amor....se encarna por amor... nos perdona y salva por amor... sufre pasión y muerte por amor, y sigue siendo el Amor que anda en búsqueda del corazón humano para restaurarnos, derramar sus gracias y su misericordia, para elevarnos a la dignidad de hijos, de Dios... El busca nuestro corazón porque nos ama. “He buscado el amor de mi alma.. Me levantaré y recorreré la ciudad...buscaré el amor de mi alma” (Cant 3)

SS Juan Pablo II en Tertio Milenio Adviente nos dice: “en Jesucristo Dios no solo habla al hombre, sino que lo busca. La Encarnación del Hijo testimonia que Dios busca al hombre. Es una búsqueda que nace de lo mas íntimo de Dios y tiene su punto culminante en la Encarnación del Verbo. Si Dios busca al hombre, creado a su imagen y semejanza, lo hace porque lo ama eternamente en el Verbo, y en Cristo lo quiere elevar a la dignidad de hijo adoptivo. Dios busca al hombre movido por su corazón de Padre. ¿Por qué lo busca? Porque el hombre se ha alejado de El. El hombre se ha dejado extraviar por el enemigo de Dios. Buscando al hombre a través del Hijo, Dios quiere inducirlo a abandonar los caminos del mal, en los que tiende a adentrarse cada vez mas. Hacerle abandonar el mal quiere decir derrotar el mal extendido por la historia humana. Derrotar el mal: esto es la Redención”.

Dios crea a Adán y Eva por puro amor. Ellos rompieron su relación de amor con Dios, al dejarse llevar por la invitación del demonio: quieren ser como Dios, rebelarse a su relación de hijos, romper por desconfianza sus lazos de amor con Dios. Pero, desde la caída del hombre, Dios busca restablecer su relación... desea atraerlo de nuevo a su Corazón de Padre... les promete un salvador. Así se inicia la búsqueda de Dios por nuestros corazones, se inician las alianzas o restauraciones de la relación de Dios con la humanidad.... Así comienza la gran aventura de amor que culminaría con la manifestación visible del amor en la Cruz.
1. Dios busca a la humanidad en la persona de Noé. Una humanidad corrompida, merece el castigo del diluvio. Una familia fiel que responde al llamado de Dios es protegida del desastre... A través de esa familia continuarían las generaciones.... Dios se promete nunca mas aniquilar a toda la humanidad con un diluvio. Su Corazón misericordioso opta por proteger.
2. Dios busca a la humanidad a través de Abraham. Hace una alianza personal que pasará a sus descendiente. Dios quiere reunir a la humanidad dispersa en la confusión de la torre de Babel. Quiere formarse un pueblo, una familia, que le sea fiel, que vivan en santidad, que escuchen su revelación. Promete a Abraham una fecundidad sin medida, y dará a su descendencia la tierra de Canaán en posesión. Su Corazón amante opta por bendecir.
3. Dios busca a la humanidad a través de Moisés: Libera al pueblo de la esclavitud. El Señor manifiesta su amor haciendo tantos milagros, y el pueblo no es agradecido. A pesar de todo, Dios quiere hacer con ellos, un pueblo que diga “si” a sus mandatos. Un pueblo que le conozca y le ame, que sirva al Dios verdadero. Quiere darles la ley, el medio concreto de vivir esa relación de amor. Quiere grabar en ellos la Ley y que esta ley penetre toda la vida religiosa y moral del pueblo. Su Corazón opta por revelar el camino seguro de llegar a El.
Podríamos pasar la vida entera, meditando en todas las manifestaciones del amor de Dios a través de la historia de la salvación. Y a pesar de tanto amor de Dios hacia los hombres... El pueblo (Israel) en muchas ocasiones, fue la esposa infiel, que nos habla el profeta Oseas, separando su corazón del Señor, enfriándose en el amor y sirviendo a otros dioses. Dios no se conforma con esto... Y por eso vemos a través de los profetas, las constantes llamadas a volver a El con todo el corazón.

Dios que es Padre, no se conforma con haber perdido a la humanidad en las garras del demonio. No se conforma porque nos ama, porque somos sus hijos, hechos a su imagen y semejanza. El sufre profundamente por nuestra rebeldía e infidelidad, sufre porque nos ama... pero su amor es infinito, perfecto y misericordioso, y por eso, nos busca atrayéndonos a su amor.
Oseas 11: “Cuando Israel era niño yo le amé y de Egipto llamé a mi hijo. Cuanto mas los llamaba mas se alejaban de mi. Yo enseñé a Efraím a caminar, tomándole por los brazos, pero ellos no reconocieron que yo cuidaba de ellos. Con cuerdas humanas los atraía y con lazos de amor, pero se han negado a convertirse”. Pero ¿como voy a dejarte Efraím, como voy a entregarte, Israel? No daré curso al ardor de mi cólera, porque soy Dios”.
¡Cuanto amor! Toda la historia de la salvación se trata de descubrir a Dios amando a los hombres.. Les ama perdonando, hablando a través de los profetas, haciendo alianzas, corrigiendo, liberando, protegiendo, revelándoles su voluntad, manifestando su providencia y sus milagros. Lo hizo de tantas formas, pero la muestra mayor de su amor fue la Encarnación, la Segunda Persona de la Trinidad que se hace hombre. Aquel que movido por su Corazón lleno de amor, buscaba al hombre.... se encarna para redimir y transformar con su amor, sus palabras, obras y sacrificio, el corazón endurecido de la humanidad. Se encarna para buscar el Corazón del hombre, con su propio corazón. La encarnación y la redención es precisamente eso: entrar en una alianza, de corazón a corazón, porque Dios es amante del Corazón humano. Busca el corazón del hombre. “Nada me da tanta delicia como el corazón del hombre, del cual muchas veces soy privado. Yo tengo todas las cosas en abundancia, sin embargo, cuanto se me priva del amor del corazón del hombre” (Jesús a Sta. Gertrudis).

Dios no solo nos ama, sino que ha querido, revelarnos claramente su amor, ha querido que viéramos, palpáramos, comprendiéramos hasta donde llega su amor. Por eso la tarea mas importante de nuestras vidas es conocer el amor de Dios que se nos ha sido manifestado en el Corazón del Hijo, en su vida, sus palabras, sus actos, su pasión, su muerte y su resurrección. Nuestra misión en la vida es conocer a Dios, conociéndole amarle y amándole vivir todo lo que es su designio de amor para nosotros.

Esa revelación del misterio del amor de Dios, la vemos claramente, en el amor de la Encarnación, en el amor que nos ha tenido el Hijo. Juan 3, 16 “porque tanto amó Dios al mundo, que dio a su único Hijo”. 1 Juan 4, 9 “en esto se manifestó el amor que Dios nos tiene: en que Dios envió al mundo a su Hijo único para que vivamos por medio de el. 10: “en esto consiste el amor, no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que El nos amó y nos envió a su Hijo como propiciación por nuestros pecado”.
Is 49: “en las palmas de mis manos te llevo grabada”.... Jesús no solo quiso llevar grabados nuestros nombres en las llagas de sus manos, sino que permite que se le haga una llaga en el Corazón para guardarnos en ella...
Para nosotros el emblema del amor es el Corazón de Jesús, Corazón del Dios hecho hombre, por eso el Corazón de Jesús es el lugar de encuentro entre los dos amores, el del cielo y el de la tierra. Todo amor debe medirse, compararse al del Corazón de Jesús


Ya que el amor de su Corazón es lo que hizo que se encarnara para salvarnos, su misión debía ser culminada con su Corazón. Es por eso que el sello de su sacrificio redentor fue el traspaso de su Corazón.... Graba en la llaga de su Corazón nuestros nombres. Is 49: “en las palmas de mis manos te llevo grabada”.... Jesús no solo quiso llevar grabados nuestros nombres en las llagas de sus manos, sino que permite que se le haga una llaga en el Corazón para guardarnos en ella. El Corazón de Jesús es horno ardiente de amor, El Corazón de Jesús es santuario de amor. Si contemplamos ese Corazón divino, veremos que todo en él es caridad. Jésus dijo a la Beata Angela de Foligno: “mira bien mi Corazón, hay algo en él que no sea amor? Podríamos decir que en el Corazón de Jesús hay también dolor, misericordia, hay espinas, hay cruz, hay lanza, hay pureza, humildad, mansedumbre, etc... Hay todo eso, porque brotan del amor. El amor es la explicación de todo lo que hay en este Corazón divino. Es el abismo de todas las virtudes, porque es el horno encendido de la caridad.
En el Corazón de Jesús todo lo que hay es amor. ¡Y que amor! Es un amor hasta el extremo...es un amor de cruz y de sacrificio, de olvido de sí para alcanzarnos la vida eterna. ¡Como palidece el símbolo de amor en el mundo comparado al símbolo cristiano del amor que es el Corazón de Jesús! Para nosotros el emblema del amor es el Corazón de Jesús, Corazón del Dios hecho hombre, por eso el Corazón de Jesús es el lugar de encuentro entre los dos amores, el del cielo y el de la tierra. Todo amor debe medirse, compararse al del Corazón de Jesús para saber cuan auténtico es.
El Corazón de Jesús arde de amorGeneralmente, cuando el Señor ha revelado su Corazón, lo manifiesta rodeado de Fuego: “El divino corazón se me representó como en un trono de fuego y de llamas, echando rayos por todas partes, mas resplandecientes que el sol” (Sta. Margarita); “me queman las llamas de la misericordia y mi amor, las quiero derramar a las almas” (Santa Faustina). ¿Por qué el fuego? Porque Jesús arde de amor por la humanidad. Su amor es tan apasionado que se describe en el Cantar de los Cantares, 8: "es fuerte el amor como la muerte, implacable como seól la pasión. Saetas de fuego sus saetas, una llama de Yahveh". Su amor es un amor que lo consume.... y este es el amor al Eterno Padre y el amor a los hombres. Es un amor apasionado por la humanidad que le lleva a entregarse hasta el extremo por la salvación de los hombres. Su amor es un horno inextinguible. Recordemos el Exodo 3: cuando a Moisés se le apareció el Señor en forma de llama de fuego en medio de una zarza. Vió que la zarza ardía pero no se consumía. Igual es el amor de Cristo: nos revela su Corazón ardiendo en fuego, pero un fuego que no cesa sino que al contrario, crece en intensidad a la medida que mas necesitamos de su perdón y de misericordia.
El horno ardiente, ilumina las tinieblas de la noche y calienta los cuerpos en el frío. El amor de Cristo posee algo de la naturaleza del fuego, arde y quema para iluminar la oscuridad de nuestros corazones y calentar la frialdad de nuestros egoísmos. Arde y quema, para consumir las impurezas de nuestros corazones, para arrancar las piedras, las durezas y darnos un corazón nuevo semejante al suyo.

A Sta. Margarita el Señor le quitó su corazón y lo depositó en el suyo. Nos dice la santa que cuando su corazón tocó las llamas del amor del Corazón de Jesús, inmediatamente fue consumido por ese fuego... le parecía que era como un pequeño átomo que desaparecía en la inmensidad del amor de Cristo. Así, debe ocurrir con nosotros. Entreguemos nuestros corazones a Jesús, dejemos que nos consuma, nos purifique, nos sumerja en su gran misericordia, nos limpie y nos de entonces, un corazón puro, tierno, amoroso... un corazón que sabe de amor y por lo tanto también de sacrificio.

He aquí el Corazón que tanto ha amado a los hombres, que no ha escatimado en nada, hasta quedar agotado y consumido para testimoniarles mi amor!" (Jesús a Sta. Margarita). Pío IX en el decreto de Beatificación de St. Margarita dijo: “El Corazón de Jesús está lleno de una inmensa caridad... que está inflamado de amor por el género humano... y debemos venerarle como la sede de la divina caridad”. El Papa quiso con sus palabras enfatizar el mensaje que le diera Jesús a Sta. Margarita: “Mi corazón esta tan apasionado de amor por los hombres, que no pudiendo contener ya dentro de si las llamaradas de su ardiente caridad, hace falta que las difunda por tu mediación” Su Corazón es fuente de Salvación. El amor salva. Por eso, ¡que engaño es la falsa visión de amor y misericordia que ha penetrado las mentes y los corazones de muchos incluso en la Iglesia. Misericordia y amor no es dejar a los demás hundidos en el pecado, es entregar la vida, para que sean liberados de el.
El Corazón de Jesús es signo de salvación para la humanidad.
San Bernardo: “¡Oh Señor Jesús!, Vuestro Corazón fue herido en la cruz, a fin de que de esta herida visible a nuestra vista, podamos ver la herida invisible de vuestro corazón”.  Jn 19,34: “Uno de los soldados le traspasó el costado con una lanza y al instante salió sangre y agua”. Al ser traspasado el costado de Jesús se dio cumplimiento a la profecía de Zacarías:
mirarán al que traspasaron (Zac 12,10)
derramará espíritu de gracia y oración (Zac 12,10)
se abrirá una fuente abierta para todos (Zac 13,1)
De la fuente abierta fluyen Sangre y Agua: De su Corazón traspasado brotó sangre y agua. Por eso, en la imagen de la Divina Misericordia, el Señor se revela con dos rayos, uno rojo y otro transparente.
Sangre: representa su sacrificio, el precio que pagó por salvar a la humanidad. En todos los pueblos y principalmente entre los judíos, la sangre de las víctimas era esparcida para la expiación y reparación de los pecados. Su Sangre procede de su Corazón, no solo físicamente sino que espiritualmente.
San Pablo nos dice que la Sangre de Cristo nos compró. Jesús ofreció toda su sangre (hasta la última gota) para nuestra salvación. Se entregó enteramente como holocausto por nuestros pecados. Su sangre fue pacificadora. De valor infinito, que sobrepasaba todas las deudas de todos los hombres. Fue como un tesoro universal, donde todos los pecadores pudieron desde que brotó de su Corazón tomar de ella, como una fuente, y así adquirir la vida de la gracia. Nos purifica nuestras manchas y nos abre las puertas del cielo.
Agua: el don del Espíritu obtenido por su Corazón para todos. El Espíritu Santo viene a purificar los corazones. “Jesús puesto en pié gritó: Si alguno tiene sed, venga a mí” Jn 7,37-39.
En esta ocasión Jesús se presenta como la fuente de agua viva. Así como El había invitado a los cansados y agobiados a encontrar descanso (Cf. Mt 11,28) aquí invita a los que estén sedientos y creen en él, a beber del agua viva que “brotará de su seno”.
En el Antiguo Testamento se anuncian los tiempos mesiánicos con un derramamiento del Espíritu Santo simbolizado en el signo del agua. El E.S. sería el don que actualizaría la salvación que el Mesías alcanzaría para todos los hombres. El profeta Ez en 47,1-12, describe una corriente que brota del interior del Templo, y por donde pasa trae sanación, fertilidad y abundancia de vida. El profeta Zacarías anuncia una fuente de agua que se abrirá trayendo liberación de las impurezas e idolatrías.
A la Samaritana, Cristo, le ofrece un agua que solo El podía dar. Agua viva que se convertiría en torrente de vida y santidad en el interior del creyente (Cf.Jn 4).  En la Fiesta de las Tiendas pedían lluvia. Jesús proclama que solo en El encuentra el hombre el agua de una vida nueva. Agua que brota de su seno o sea de su Corazón. En el significado de estos dos elementos, La Sangre y el Agua, descubrimos que el centro de la Redención del hombre está en el corazón de Jesús.
La llaga: representa la puerta abierta del Reino de los Cielos. El Reino estaba cerrado para nosotros y Cristo lo abre con su sacrificio redentor. Por esa puerta, fluye el amor de Dios para la humanidad, por esa puerta debe entrar la humanidad a la Casa del Padre. "La real puerta por la que bulle el amor de Dios hacia nosotros es la del Corazón de su Hijo, traspasado en la cruz. En ella es donde se encuentra la puerta santa, la puerta jubilar. Dichoso aquel que, habiendo descubierto esta fuente de amor, no sabe separarse nunca de ella. Dichoso aquel que, bebiendo de esta fuente de amor, ve su sed acrecentarse en el mismo instante en el que ella lo colma". (Cardenal Etchegaray, presidente de comité para el Jubileo del 2000).Su amor es la razón de la rendención: Mi Corazón está colmado de amor y misericordia para las almas, especialmente para lo pobres pecadores. Oh, si pudieran comprender que para ellas ha brotado Sangre y Agua como de una fuente desbordante de misericordia y salvación (A Santa Faustina)

San Juan, el Apóstol que nos narra el traspaso del Corazón de Jesús, considera esto como el Signo visible de la salvación. A esta fuente de redención debemos dirigirnos para alcanzar la salvación. El Santo Padre, en su carta
Tertio Milenio Adviente
y en Fátima, nos dirigió la mirada hacia el Corazón de Cristo y nos dijo que entrando en el Corazón de Cristo, regresamos a esa fuente abierta de salvación y entramos así en la Casa del Padre.El Reino de Dios
¡Cuanto
nos ama el Corazón de Jesús! Toda la predicación de Jesús se resume en el pasaje de Mc 1,15: “el tiempo se ha cumplido y el reino de Dios está entre vosotros” . Cristo quiere manifestar lo que es el Reino de Dios. El reino es la preocupación básica del Corazón de Jesús, porque el Reino de Dios está en el corazón. Es el reino del amor. Jesús quiere que todos participen del Reino, invita a los hombres, pero también deja claro que para entrar es necesario la conversión de corazón que consiste en una nueva actitud hacia Dios como Padre, una nueva actitud hacia los hombres como hermanos; una nueva actitud hacia las cosas del mundo. O sea, un cambio total de las inclinaciones interiores del corazón.
Jesús obra para manifestar el reino: perdona a los pecadores, sana a los enfermos, exorcisa a los endemoniados, enseña la verdad, recibe a los que son despreciados, toma autoridad sobre el mal, hace milagros por compasión, perdona a los enemigos, sufre por nosotros... Todas esas manifestaciones nos revelan el amor de su Corazón. Su Corazón es el Reino de Dios. El no actúa simplemente como un agente del Reino, sino como la realización del mismo. Por eso, cuando se abre su Corazón con el traspaso de una lanza, se abre la puerta del Reino celestial para nosotros.

El Reino de amor de Jesús no tiene precedencia, es el amor de Dios que se hace hombre. Por eso es que su amor trasciende nuestras capacidades y nuestra limitación. ¡Jamás podremos entender cuanto nos ama!. (la Virgen María ha dicho en una aparición reciente: si supieran cuanto los amo, llorarían de alegría) La fuerza que movía a Cristo en todas sus palabras, acciones y hasta el sacrificio es el amor. Cuantas veces me he preguntado: ¿Que te movía Jesús a levantarte en tus caídas con el peso de la cruz, si lo que venía era la crucifixión? Siempre recibo la misma respuesta: ¡Mi amor por los hombres!
Características del amor del Corazón de Jesús:El ideal del amor se realiza en el Corazón de Jesús. Fuera de ahí todo amor es imperfecto. El amor humano está lleno de deficiencias: es efímero, vacilante, egoísta, estéril.... Pero en el Corazón de Jesús, el amor es lo que debe ser:
1. Fiel:El Corazón de toda la Historia de la Salvación es la revelación del amor fiel de Yahveh. Es decir, el corazón de la alianza de Dios con los hombres, es el amor fiel y eterno de Dios. El salmista canta: Porque es eterno su amor (Salmo 107,1); dad gracias a Yahveh, porque es bueno, porque es eterno su amor . (Salmo 136).  Esta fidelidad de su amor fue muchas veces mal interpretada ya sea para sofocar el amor o para abusar de el. Para el legalismo judaico, era difícil pasar a descubrir el amor en la ley. Para otros, la fidelidad de ese amor, les llevaba a olvidarse que habían exigencias necesarias para no ofender ese amor.
La misión de Jesús, es revelar de forma plena y definitiva la profundidad del amor de Dios. En Cristo, Dios Padre se comprometió para siempre a amarnos, no solo a Israel, sino a toda la humanidad. Este carácter difinitivo del amor de Dios por los hombres se reveló en el hecho mismo de la Encarnación: Jesús es el heraldo del amor del Padre; Jesús es la Encarnación del amor del Padre. El Corazón de Jesús, símbolo visible del amor del Padre. Este amor, está plenamente revelado en el hecho que se hizo hombre para salvarnos. En su vida, su compasión, su rectitud en la verdad, su enseñanza, sus milagros.... Pero sobretodo, en su pasión y muerte. 
Jesús vino como el Buen Pastor, el novio, el que sana. Nadie tiene mayor amor, que el que da la vida por sus amigos (Jn 15,13).  Romanos 8: ¿quien nos separará del amor de Cristo? La tribulación, la enfermedad, la angustia, la persecución, el hambre, la desnudez, la espada, los peligros? -este amor no solo es eterno, sino que se manifiesta y se experimenta en todas las realidades de nuestra vida.
2. Universal:El amor de Jesús es radicalmente nuevo porque trasciende las limitaciones y restricciones que estrechaban la idea del amor en el Antiguo Testamento  La ley prescribe: "Ama a tu prójimo como a ti mismo" Lev 19,18. En el Antiguo Testamento se pensaba que el amor se daba solamente a los miembros del mismo pueblo y de la misma fe. Cristo rompe las barreras de esa hermandad restringida, causando con ello una gran revolución de amor: salvación universal, filiación universal, hermandad universal y amor universal. 
La revolucionaria noción del prójimo revelada por Jesús aparece en muchos pasajes, por ejemplo en la Parábola del Buen Samaritano (Cf. Lc. 10,29-37). En Mt. 5,43-48 aún los enemigos no están excluidos: "Pues yo os digo: amad a vuestros enemigos y rogad por los que os persiguen, para que seáis hijos de vuestro Padre celestial, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y llover sobre justos e injustos¨
La universalidad del amor del Padre se revela claramente y se convierte en la norma de nuestro amor.
3. Compasivo y Misericordioso:Es un amor misericordioso que perdona, que olvida; un amor que desciende hasta las profundidades, hasta los abismos, para levantar al caído, al que está hundido.  El Corazón de Jesús es la manifestación suprema de la infinita bondad, pues la bondad es el amor gratuito.
En el Antiguo Testamento se manifestaba la piedad confesando odio por los pecadores.  Jesús hizo lo contrario: vino a llamar no a los justos sino a los pecadores (Mc 2,17) a los enfermos, no a lo que estaban sanos. Pecadores somos todos y enfermos estamos todos. Vino a revelarnos la necesidad que todos tenemos de salvación.
Jesús es el buen pastor que va tras la oveja perdida. El buen samaritano que sana a la humanidad sufriente.
Sanó a muchas personas, liberó a los oprimidos por espíritus malignos, multiplicó panes y peces para los hambrientos y cansados, sacó lo mejor de los corazones endurecidos; cambió el agua en vino, resucitó muertos, habla con las mujeres... Tenía compasión por la miseria humana en todos sus aspectos. Se conmovía ante el dolor humano.  Perdonó pecados, comía con publicanos y pecadores (Cf. Mc 2,15-16). Libró a la mujer acusada de adulterio de ser apedreada y le da la gracia para no volver a pecar (CF. Jn 8,3-11).  Los amigos de Jesús son personas como María Magdalena, Mateo y Zaqueo, y hasta llamó a Judas su amigo, y pidió perdón por aquellos que le crucificaban.
La idea de perdonar a los pecadores es central en el ministerio de Jesús. Pedro se percata de ello y pregunta: ¿Señor cuantas veces tengo que perdonar las ofensas que me haga mi hermano? ¿Hasta siete veces siete? Pedro estaba contando, pero Jesús no, y le contesta: No te digo siete veces, sino hasta setenta veces siete.” Jesús no vino como juez, sino como salvador (Cf. Jn 3,17). Jesús es el Cordero de Dios que quita los pecados del mundo. (Jn 1,29). Derramó su sangre por la remisión de los pecados. (Mt 26,28).
El Corazón de Jesús es el signo de la nueva alianza: el nuevo corazón, lleno de amor misericordioso en acción.

4. Amor de abnegación:
Es un amor abnegadísimo, un amor que todo lo sufre por la fuerza de su abnegación; un amor tan delicado, tan tierno que ni el de las madres se compara (Cf.Is 59). Toda la vida de Jesús fue una revelación de su amor al Padre y a la humanidad, pero durante las últimas 24 horas de su vida, este amor se manifestó en plenitud.
Hemos de prestar atención a dos lugares: El cenáculo y el calvario. San Juan nos dice en el cap. 13: "habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el extremo".  Antes de darnos el nuevo mandamiento del amor en palabras quiso dárnoslo con Su propio ejemplo, con su propio sufrimiento, para dejar bien clara la naturaleza del amor que El nos enseña. Por eso puede mandarnos a amar como El nos ha amado. Por eso, se arrodilla y lava los pies de sus discípulos. El amor que El nos enseña es:
1. Amor que sirve
2. Amor que se demuestra en los sacrificios de cada día
3. Amor que se olvida de si para entregarse a los demás.
Después de servir humildemente instituye la Eucaristía: el Sacramento del Amor. Signo visible de su entrega. Entrega su Cuerpo y su Sangre. Se entrega todo por amor.  Se quedará con nosotros de una forma real. Nos dará su propio cuerpo como alimento, todo entregado para nuestra salvación. Es entonces que nos dice: "Os doy un mandamiento nuevo que os améis los unos a los otros como yo os he amado",  “Como el Padre me amó yo les he amado" Jn 15,9.
Jesús nos manda a amar "como yo os he amado", es decir, no a nuestra medida y concepto sino con el mismo amor sacrificial y con la misma entrega abnegada de Su Corazón.  Por esto nos dice San Juan en su Primera carta: "quien permanece en el amor permanece en Dios y Dios en El" (1 Jn 4,16).
Además de los dos grandes dones que son la Eucaristía y el mandamiento del amor, Jesús nos dió en estas últimas horas cruciales:
Su amistad:
"
ya no os llamo siervos sino amigos" (Jn 15, 14-15). Sus últimos avisos sobre un mundo sin amor: Jn 16, 1-4.
 Nos promete
la presencia Trinidad en nuestros corazones (Cf. Jn 14,23)
 Nos promete que el Espíritu Santo nos guiará hacia la verdad completa. (Cf. Jn 14,26; 15,26; 16,15).
Jesús en la oración sacerdotal:Pide al Padre que nos consagre en la Verdad y que nos de vida eterna; que nos haga perfectamente uno en la mente, corazón y para testimonio del amor de Dios
En la Cruz:
Desposeido de todo, solo lleno de amor por la humanidad, nos da su amor expresado en palabras cortas pero llenas de abnegación: Perdona a los que le crucifican; nos da a su Madre para ser nuestra madre; da esperanza al ladrón; cumple la voluntad del Padre: entrega su espíritu.
Finalmente:
Permite que traspasen Su Corazón para que brote sangre y agua.  Aquel que no tenía donde recostar su cabeza... muere sin encontrar descanso. Muere amando, porque vivió amando. Ese es el Amor del Corazón de Jesús, un amor apasionado y ardiente como no se había visto jamás en la tierra. Ese el Corazón de Jesús, horno ardiente de caridad.
El Corazón de Jesús, remedio de los males de nuestro tiempo.
Santa Gertrudis, en una experiencia mística, le preguntó a San Juan por que, si el se había recostado en el pecho de Jesús en la última cena, no había escrito sobre las profundidades de Su Sagrado Corazón. San Juan le respondió: “Mi ministerio en ese tiempo en que la Iglesia se formaba consistía en hablar únicamente sobre el Eterno Hijo del Padre...... pero en los últimos tiempos, se les está reservada la gracia de oír la voz elocuente del Corazón de Jesús. A esta voz, el mundo, cansado por los años, renovará su juventud, se levantará de su letargo y una vez más, será inflamado en la llama del amor divino” Nos dice el Señor a través de Santa Gertrudis que la renovación del mundo, cuando se encontrara cansado, aletargado, sin fuego en su corazón, vendría a través de escuchar los latidos del Corazón de Jesús: latidos de amor.

“Cristo ofrece su divino y humano Corazón, fuente de reconciliación y principio de nueva vida en el Espíritu Santo, a todas los hombres y mujeres de hoy que están sumergidos en un mundo secularizado en el cual corren el peligro de perder el centro de la gravedad de sus vidas” (JPII, Jun 28, 1998)

Vivimos en un mundo que se ha alejado de Dios, y por lo tanto, ha perdido el centro de su gravedad. Todo está alterado: la fe, la relación con Dios, la moral, la vida familiar, las identidades del hombre y la mujer, los valores sobre la vida....etc.
Jesús es remedio para:
1. La falta de fe:
El Apóstol Santo Tomás ve el Corazón del Señor que le invita a poner su dedo en la llega del costado y exclama con un grito de fe ardiente: ¡Señor mío y Dios mío!
2. La falta de Unidad: Su amor atrae a cada criatura hacia si y hace que aquellos que creen en El tengan un solo corazón y una sola mente.
3. La falta de paz: Su Corazón es signo de la reconciliación, la cual es la base de la paz. En Su Corazón se encuentran todos los hombres, en su debilidad, en su miseria y a la vez en su grandeza de hijos.
Solo de su Corazón fluye la paz. Cuando se aparece a los apóstoles, muestra la llaga de su Corazón y dice: la paz sea con ustedes. La paz es fruto del amor de su Corazón.
4. El temor: “Cada uno puede contemplar este Cuadro del Corazón misericordioso de Jesús de donde irradian las gracias, y escuchar en lo más íntimo de su alma lo que oyó la beata Sor Faustina: "No tengas miedo de nada. Yo estoy contigo.” Y así podemos contestar con seguridad... “Jesús confío en ti”. Este diálogo del Corazón de Cristo con el corazón humano se basa en el amor, pues “en el amor no hay temor, escribe San Juan- sino que “el amor perfecto expulsa el temor” (1 Jn 14,18).
5. La frialdad del mundo: La frialdad es fruto del egoísmo. “Al crecer cada vez más la iniquidad, la caridad de la mayoría se enfriará. Por eso es necesario en estos tiempos, acercarnos a la llama ardiente de amor y caridad del Corazón de Jesús. El amor de Cristo no se extingue ni se deteriora jamás. Su Amor es eterno,  El único amor capaz de transformar el corazón del hombre y renovar el mundo, El único amor capaz de hacer que se enciendan de amor los corazones humanos.
“La devoción a mi Corazón es mi último esfuerzo para calentar a un mundo frío" (a Sta. Margarita)
Al egoísmo de nuestra época, a sus tendencias sensuales, a su indiferencia religiosa, se le opone el culto mas delicado, mas puro, mas desinteresado, mas tierno y compasivo: el culto al Sagrado Corazón.

6. Un mundo necesitado de amor: "Dios nos hizo para si (nos creó por amor, para amar y ser amados) y nuestros corazones jamás descansarán, sino descansan en El" (Cf. San Agustín). El amor es el motor de nuestra existencia. La plenitud y madurez de nuestra humanidad se alcanza a la medida que experimentamos el amor de Dios y nos sabemos y sentimos amados por El y somos capaces de amar a los demás.
El corazón humano siempre tendrá hambre y sed de amor pues para eso fue creado por Dios. Hasta que no vivamos en el amor nuestros corazones estarán privados de su mayor anhelo. Solo hay auténtico desarrollo humano a la medida que el ser humano ama. Es un grave error pensar que alcanzamos la realización fuera del amor. El egoísmo nos roba la dignidad y nos deja en un estado de inmadurez. Nuestra dignidad está en ser hijos de Dios y por lo tanto en vivir por amor, en amor y para amar.  1 Juan 3,1: "Mirad que amor nos ha tenido el Padre para llamarnos hijos de Dios, pues !lo somos!"
7. Un mundo racionalista: Un mundo que rechaza lo sobrenatural, que niega la divinidad de Jesucristo, la autoridad de la Iglesia y como consecuencia proclama la indiferencia en materia de fe y religión, la independencia de pensamiento y la autonomía para decidir el bien y el mal.
Pero al contemplar el Corazón de Jesús, vemos:
-E
l Corazón de Dios hecho hombre para entrar en relación directa con la humanidad.
-
El Corazón traspasado de donde nace la Iglesia, revestida de fuerza divina, que tiene en sí la vida de las almas y de las sociedades. Papa Pío IX: "El divino Corazón de Nuestro Señor es el remedio destinado a salvar al mundo".
Al espíritu de orgullo, el Sagrado Corazón opone Su humildad;
A
l espíritu de independencia, el Sagrado Corazón opone su obediencia
;
A
l espíritu de débil que sirve a los valores del mundo, el Sagrado Corazón opone su firmeza.
El Corazón de Jesús, siendo el horno ardiente de caridad, la fuente de la salvación, la fuente abundante de gracia y salvación.... es nuestra esperanza. ¡La esperanza de la humanidad!

Hermanos, levantemos muy en alto y sobre toda la humanidad el Corazón de Jesús, por el cual la humanidad es redimida y transformada. Que todos entremos a través de la llaga del Costado, a vivir dentro del Corazón de Cristo, y así, consumidos por el fuego de su amor, lleguemos un día a arder de tanto amor que incendiemos el mundo, tan necesitado hoy en día de una nueva civilización, una nueva cultura de amor.
llo, el Sagrado Corazón opone Su humildad;
A
l espíritu de independencia, el Sagrado Corazón opone su obediencia
;
A
l espíritu de débil que sirve a los valores del mundo, el Sagrado Corazón opone su firmeza.
El Corazón de Jesús, siendo el horno ardiente de caridad, la fuente de la salvación, la fuente abundante de gracia y salvación.... es nuestra esperanza. ¡La esperanza de la humanidad!

Hermanos, levantemos muy en alto y sobre toda la humanidad el Corazón de Jesús, por el cual la humanidad es redimida y transformada. Que todos entremos a través de la llaga del Costado, a vivir dentro del Corazón de Cristo, y así, consumidos por el fuego de su amor, lleguemos un día a arder de tanto amor que incendiemos el mundo, tan necesitado hoy en día de una nueva civilización, una nueva cultura de amor.

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