26/12/11

PARA NUESTRO ROSARIO

Publicado en JAVIEROU

SALTERIO MARIAL
(Selección)
SAN ANSELMO
 
MISTERIOS GOZOSOS
Ave, Madre, tu Hijo en su justicia dispone que venga sobre nosotros la justa ayuda del Padre
Ave, Reina de las vírgenes, Madre, virgen después del parto; tu Hijo es el lote hermoso, la heredad que me encanta.
Ave, Madre, la raza humana a tu Hijo en ti proclama, porque Él nos manifiesta las maravillas de su gracia.
Ave, los espíritus te alaban, toda virtud te canta; envuelto en la nube de tu carne, desde ti –oh cielo– el Señor tronaba.
Ave, de tu tálamo virginal Dios nació, y, colmándonos de gracia, como Esposo se nos dio.
Ave, Sión, desde ti, Dios hecho carne es nuestro apoyo: el que hizo la paz en su cuerpo, se acuerda de nuestras ofrendas.
Ave, Madre, tu Hijo es torrente de delicias, Verbo del Padre hecho hombre, Luz de luz, fuente de vida.
Ave, tú diste a luz a Jesucristo, diestra del Padre; al rostro del Dios invisible, en su luz, visible se hace.
Ave, tu Hijo, el Altísimo, consagra su morada; el rayo de la luz Paterna se hace medicina nuestra.
Ave Madre, tu único Hijo, Dios y hombre, desde el confín de la tierra invoca, cuando en nosotros, sus miembros, implora.
MISTERIOS DOLOROSOS
Ave, Madre, tu Hijo a Dios, su Padre, pidió y recibió en herencia las naciones que redimió.
Ave, Madre, tu Hijo se durmió en su pasión, se acostó en el sepulcro, venció a la muerte en su resurrección.
Ave, Madre singular, gracias a tu fecundidad son dichosos los hombres, absueltos de su maldad.
Ave, estrella virginal, tu fruto singular de la cítara nos habló cuando en la cruz murió. A Él bien le salmodiamos con el arpa de diez cuerdas cuando a Él le dedicamos el decálogo sagrado.
Ave, Madre, tu hijo se hizo sacrificio por nosotros. Dios hecho carne se manifiesta como única medicina nuestra.
Ave, Madre, tu Hijo nos sanó de nuestro mal; único abogado, poderoso para defender y perdonar.
Ave, virgen poderosa, tu Hijo en la cruz clavado alzó el poder del justo, rompió las cadenas del pecado.
Ave, Madre, tu Hijo crucificado nos rescató, con el agua y con la sangre, con el cáliz de la salvación.
Ave, celestial Señora, merced de tu fruto somos; pues, por su muerte gloriosa, hemos recibido vida.
Ave, en tu Hijo está la misericordia; Él derrama sobre su pueblo la redención copiosa.
MISTERIOS GLORIOSOS
Ave, por tu Hijo, auxilio que envía Dios Padre, por los bienes que nos hizo en el Señor, nos alegramos.
Ave, reina de la gracia, tu Hijo, Rey de la Gloria, es el Señor de los Ejércitos, Luz de luz, Cristo Dios.
Ave, Madre, tu Hijo, al resucitar, se nos hizo júbilo por la mañana, gloria y esperanza.
Ave, Madre, tu hijo se hizo salvador de nuestra almas; por lo cual invita el salmo: Pueblos todos batid palmas.
Ave, tu Hijo sobre el cielo está elevado y su gloria llena toda la tierra.
Ave, por tu Hijo aclamamos a Dios Padre. Salmodiamos y alabamos, y con cantos exultamos.
Ave, Madre, a tu Hijo como al Dios verdadero, adoran, glorifican, alaban y engrandecen todos los pueblos.
Ave, santuario del Rey, cuyo honor es la justicia, y el estrado de sus pies, el manto de la carne asumida.
Ave, por ti nuestra Sión aparecerá gloriosa; de tu Hijo son las obras y las creaturas todas.
Ave, Madre, desde ti, el Señor, el Hijo de Dios, nos ilumina, concebido por el Espíritu Santo y, de entre los muertos, resucitado.
El Señor es Dios, Él nos ilumina (Salmo 117)

Cuando el Señor reconstruya Sión y aparezca en su gloria... el pueblo que será creado alabará al Señor (Salmo 101)
Ensalzad al Señor Dios nuestro, postraos ante el estrado de sus pies. Él es santo (Salmo 98)
Todos los pueblos vendrán a postrarse en tu presencia, Señor y a honrar tu nombre. Grande eres Tú y haces maravillas, Tú eres el único Dios (Salmo 85)
Aclamad a Dios, tierra entera. Decid a Dios: Qué temibles son tus obras. Que se postre ante Ti la tierra entera, que toquen en tu honor (Salmo 65)
Elévate sobre el cielo, Dios mío, y llene la tierra tu gloria. Te daré gracias ante los pueblos, señor; tañeré para Ti ante las naciones (Salmo 56)
Pueblos todos, batid palmas, aclamad a Dios con gritos de júbilo, porque el Señor es sublime, emperador de toda la tierra (Salmo 46)
Señor, sacase mi vida del abismo, me hiciste revivir cuando bajaba a la fosa. Al atardecer nos visita el llanto, por la mañana el júbilo (Salmo 29)
¿Quién es ese Rey de la gloria? El Señor, Dios de los Ejércitos, Él es el Rey de la gloria (Salmo 23)
Alegra mi corazón con tu auxilio, y cantaré al Señor por el bien que me ha hecho (Salmo 12)
Desde lo hondo a ti grito, Señor: Señor, escucha mi voz; estén tus oídos atentos al clamor de mi súplica... Del Señor viene la misericordia, la redención copiosa (Salmo 129).

La herencia que da el Señor son los hijos, su salario el fruto del vientre (Salmo 126)
Me envolvían redes de muerte, caí en tristeza y angustia, invoqué al Señor: ¡Señor, salva mi vida! (Salmo 115)
Derribaré el poder de los malvados y se alzará el poder del justo (Salmo 74)
Yo dije: «Señor, ten misericordia; sáname porque he pecado contra ti» (Salmo 40)
No pides sacrificio expiatorio; entonces yo digo: Aquí estoy. Dios mío lo quiero, llevo tu ley en mis entrañas (Salmo 39)
Dad gracias al Señor con la cítara, tocad en su honor el arpa de diez cuerdas, cantadle un cántico nuevo (Salmo 32)
Dichoso el que está absuelto de su culpa, a quien le han enterrado su pecado (Salmo 31,1)
Puedo acostarme y dormir y despertar, el Señor me sostiene (Salmo 3)
Te invoco desde el confín de la tierra, llévame a una roca inaccesible, porque Tú eres mi refugio contra el enemigo (Salmo 60)

Pídemelo y te daré en herencia las naciones; en posesión hasta los confines de la tierra (Salmo 2)
El correr de las acequias alegra la ciudad de Dios, el Altísimo consagra su morada (Salmo 45)
No fue su espada la que ocupó la tierra, la que les dio la victoria, sino tu diestra y la luz de tu rostro, porque Tú los amabas (Salmo 43)
Les das a beber del torrente de tus delicias... En Ti está la fuente viva y en tu luz veremos la luz (Salmo 35)
Que te apoye desde Sión; que se acuerde de todas tus ofrendas, que te escuche el Señor en el peligro, que te envíe auxilio desde el santuario (Salmo 19)
El sale como el esposo de su tálamo, contento como un héroe a recorrer su camino (Salmo 18)
...Y el Señor tronaba desde el cielo, el Soberano hacía oír su voz (Salmo 17)
Muestra, Señor, las maravillas de tu misericordia. Guárdame como a las niñas de tus ojos (Salmo 16)
Me ha tocado un lote hermoso, me encanta mi heredad. Bendeciré al Señor, hasta de noche me instruye internamente (Salmo 15)
Tú, sondeas el corazón y las entrañas, Tú eres un Dios justo. Mi escudo es Dios, que salva a los hombres sinceros (Salmo 7)

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