25/12/12

NAVIDAD


Homilia de Navidad

San Juan Crisóstomo

¡Me sorprende un nuevo y maravilloso misterio!
Mis oídos resuenan ante el himno de los pastores, que no entonan una melodía suave sino un himno celestial ensordecedor.
¡Los ángeles cantan!
¡Los Arcángeles unen sus voces en armonía!
¡Los Querubines entonan sus alabanzas llenas de gozo!
¡Los Serafines exaltan Su gloria!
Todos se unen para alabar en esta santa festividad, sorprendiéndose ante el mismo Dios aquí... en la tierra y el hombre en el cielo. Aquel que está arriba, por nuestra salvación reposa aquí abajo; y nosotros, que estábamos abajo somos exaltados por la divina misericordia.
Hoy Belén se asemeja a los cielos, escuchando desde las estrellas el canto de las voces angélicas y, en lugar del sol, presencia la aparición del Sol de la Justicia. No pregunten como es esto, porque donde Dios desea, el orden de la naturaleza es cambiado. Porque Él quiso, tuvo el poder para descender. Él salvó. Todo se movió en obediencia a Dios.
Hoy, Aquel que es, nace. Y Aquel que es, se convierte en lo que no era. Porque cuando era Dios, se hizo hombre sin dejar de ser Dios...
Y así los reyes llegaron, viendo al Rey celestial que vino a la tierra, sin traer ángeles, ni arcángeles, ni tronos, ni dominaciones, ni poderes, ni principados, sino iniciando un nuevo y solitario camino desde un seno virginal. Y sin embargo no olvidó a sus ángeles, no los privó de su cuidado, porque por su encarnación no ha dejado de ser Dios.
Y, miren: los reyes han llegado, para servir al Jefe de los ejércitos celestiales; las mujeres vienen a adorarlo, pues ha nacido de una mujer, para que cambie las penas del alumbramiento en gozo; las vírgenes, al hijo de la Virgen...
Los niños vienen a adorarlo pues se hizo niño, porque de la boca de los niños perfeccionará la alabanza; los niños, al niño que levantó mártires por la matanza de Herodes;
Los hombres a Aquel que se hace hombre para curar las miserias de sus siervos.
Los pastores, al Buen Pastor que da la vida por sus ovejas; los sacerdotes, a Aquel que se hace Sumo Sacerdote según el orden de Melquisedec.
Los siervos, a Aquel que tomó la forma de siervo, para bendecir nuestro servicio con la recompensa de la libertad (Fil 2:7);
Los pescadores, al Pescador de la humanidad;
Los publicanos, a Aquel quien estando entre ellos los nombró evangelistas;
Las mujeres pecadoras a Aquel que entregó sus pies a las lágrimas de la mujer arrepentida, y para que pueda abrazarlos también yo; todos los pecadores han venido, para poder ver al Cordero de Dios que carga con los pecados del mundo.
Por eso todos se regocijan, y yo también deseo regocijarme. Deseo participar de esta danza y de este coro, para celebrar esta fiesta. Pero tomo mi lugar, no tocando el arpa ni llevando una antorcha, sino abrazando la cuna de Cristo.
¡Porque ésta es mi esperanza!
¡Ésta es mi vida!
¡Ésta es mi salvación!
¡Éste es mi canto, mi arpa! Y trayéndola en mis brazos, vengo ante ustedes habiendo recibido el poder y el don de la palabra, y con los ángeles y los pastores canto:
¡Gloria a Dios en las alturas y paz en la tierra a los hombres de buena voluntad!

10/12/12

LA DEVOCIÓN AL CORAZÓN DE MARÍA A TRAVÉS DE LOS SIGLOS

Publicado por el excelente blog CATOLICIDAD
 
CRÓNICA ESPECIAL DE UN TEMA POCO CONOCIDO

"Oh Madre mía, a vuestro Corazón confío las angustias de mi corazón, y a él vengo a buscar ánimo y fortaleza".
Santa Bernardita.


La devoción al Corazón Inmaculado de María no apareció súbitamente en Fátima en 1917. El mensaje de Fátima es la coronación de una piedad que encuentra su fundamento en la Sagrada Escritura y que no ha cesado de desarrollarse a todo lo largo de la historia y que se encuentra en el corazón mismo de la espiritualidad católica. Esto es lo que vamos a mostrar a grandes rasgos en las siguientes líneas.

Fundamentos Escriturarios

La palabra “Corazón” que se encuentra muchas veces en la Sagrada Escritura, en hebreo tiene un sentido mucho más amplio que en nuestros idiomas modernos. Pues no solamente significa ese músculo que es un órgano vital de nuestro cuerpo o nuestros afectos, sino que además hace referencia a nuestra inteligencia con todas sus facultades (memoria, entendimiento y voluntad) y de un modo más amplio, hace referencia al alma humana con todas sus potencias.

Es en este sentido que deben entenderse los anuncios y figuras del Corazón de Nuestra Madre que encontramos en el Antiguo Testamento y que el Espíritu Santo les ha mostrado a los Padres de la Iglesia y a los autores eclesiásticos, como los menciona San Juan Eudes en su obra “El Corazón Admirable de la Santa Madre de Dios”

En el Antiguo Testamento

Uno puede citar el Salmo 44, que la Iglesia hace recitar a los sacerdotes y religiosos en el oficio de Maitines del Miércoles. Este salmo, que significa los desposorios místicos de Israel con Dios, la Tradición lo ha aplicado a la Iglesia y a la Santísima Virgen:

-el Rey (NSJC) queda prendado de su belleza: concupiscet Rex decorem tuum (v. 12)

-toda su gloria está en su alma, en su interior: omnis gloria ejus ab intus (v. 13)

-los pueblos la alabaran eternamente: populi confitebuntur tibi in aeternum (v.18)

Recordemos aquí las palabras del Eclesiástico (24, 24) introducidas en la liturgia: Ego Mater pulchrae dilectionis et timoris et agnitionis et sanctae spei ("Yo soy la Madre del amor hermoso y del temor, y de la ciencia, y de la santa esperanza"). Y no debemos olvidar el Cantar de los Cantares, que San Juan Eudes llama “el libro del corazón virginal y de los amores celestiales de la Madre del Amor Hermoso. Es este un libro todo lleno de oráculos divinos que nos anuncian como este Corazón incomparable está todo abrazado de amor para con Dios y todo lleno de caridad para con nosotros”. El santo comenta 9 de esos oráculos y los aplica a la Virgen Santísima.

En el Nuevo Testamento

Las primeras menciones explícitas del Corazón de María se encuentran en el Evangelio de San Lucas:

-la primera vez en la adoración de los pastores en Navidad: María autem conservabat omnia verba haec, conferens in corde suo. (Luc 2, 19) ("María , empero, conservaba todas estas cosas, dentro de sí, ponderándolas en su corazón").

-una segunda vez después de haberlo encontrado en el Templo: Mater ejus conservabat omnia verba haec in corde suo. (Luc. 2, 51) ("Y su Madre conservaba todas estas cosas en su corazón").

Hay que hacer notar aquí que la palabra “verba” corresponde al “dabar” del hebreo que significa “palabra” y “cosa” a la vez, de modo en la Santísima Virgen guardaba en su Corazón no solamente lo que Ella iba entendiendo sino todo aquellos que veía de su Hijo y su Dios. Además el verbo “conferens” encuentra su relativo hebreo en el término HGH y en SYH que son de sustrato semítico y cuyo significado es muy amplio, pues significa a la vez: murmurar, repetir, repasar, meditar, interesarse, reflexionar. El Padre Fillion dice muy bien al respecto: “Admirable reflexión que nos hace leer en lo más ´intimo del Corazón de María. Ella comparaba aquello que veía y entendía con las revelaciones anteriores que había recibido y Ella adoraba las maravilla del plan divino.” Estos dos versículos de San Lucas nos muestran algo de la profundidad del Corazón de María.

El Corazón significa, en lenguaje bíblico, el alma humana con todas sus facultades, de modo que cada vez que el texto sagrado habla del alma de María, se debe entender y aplicar a su Corazón. Para conocer mejor el Corazón de María se puede hacer menciones de los principales pasajes en que se nos muestra el misterio del alma de María.

-las palabras del ángel en la anunciación: Ave gratia plena, Dominus tecum (Lc 1, 28) ("Dios  te salve, oh llena de gracia, el Señor es contigo") en que puede verse la plenitud de gracias de la Virgen María. Es entonces un Corazón Inmaculado.

-la respuesta de Nuestra Señora: Quomodo fiet istud, quoniam virum non cognosco? (…) Ecce ancilla Domini, fiat mihi secundum verbum tuum (Lc 1, 34 & 38) ( "¿Cómo ha de ser eso pues yo no conozco varón alguno...He aquí la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra") tenemos aquí la Virginidad del Corazón de María y la plena sumisión de la Madre de Dios a la voluntad de su Creador.

-el episodio de la Visitación: Abiit in montana cum festinatione (…) Ecce enim ut facta est vox salutationis tuae in auribus meis, exsultavit in Gaudio infans in utero meo (Lc 1, 39 & 44) ("Y se fue apresuradamente a las montañas...Pues lo mismo fue penetrar la voz de tu salutación en mis oídos, que dar saltos de júbilo la criatura en mi vientre") aquí vemos la caridad del Corazón de María y su contemplación.

-el Magnificat anima mea Domino (Lc 1, 46, 55) ("Mi alma glorifica al Señor") que es, según la expresión de San Juan Eudes, “el cántico del Corazón de la Santísima Virgen”, y que nos revela entre otras cosas su profunda humildad.

-las palabras del anciano Simeón a la Virgen: Et tuam ipsius animam doloris gladius pertransibit (Lc 2, 35) ("Una espada traspasará tu alma (corazón)") pues es un Corazón Doloroso y Corredentor el que Dios le ha dado a su Madre Santísima.

Uno puede decir que estos dos primeros capítulos del evangelio de San Lucas contienen en substancia toda la teología de la devoción al Corazón Inmaculado de María.

San Juan nos habla de las últimas palabras de Nuestro Señor en la Cruz: Ecce Mater tua (Jn. 19, 27) ("Ahí tienes a tu Madre") en la que vemos la maternidad espiritual del Corazón de María.

De lo que hemos dicho hasta aquí podemos concluir que:

-el corazón físico y corporal de la Virgen Santísima tiene su dignidad del alma incomparable de María que le hace latir y consumirse de amor por Dios y por nosotros.

-y más profundamente, que el Corazón de María representa todo aquello que San Juan Eudes llama su corazón espiritual, es decir, toda la vida interior de Nuestra señora y especialmente subida de unión con la Santísima Trinidad y especialmente con su Hijo Divino. La Santísima Virgen fue la primera en participar del amor del Corazón de Jesús, Ella es entonces el modelo perfecto de la devoción al Sagrado Corazón.

La Devoción al Corazón de María en los Santos Padres

Para no ser muy extensos, citaremos únicamente a San Agustín, San León Magno, San Juan Damasceno y San Bernardo.

San Agustín

El texto de San Agustín que se cita habitualmente a propósito del Corazón de María está sacado de un tratado sobre la virginidad.

“Sic et materna propinquitas nihil Mariae profuisset, nisi felicius Christum corde quam carne gestasset.”

De Sancta Virginitate (PL 40, 398)

Comentando sobre el evangelio de San Lucas (1, 45) San Agustín nos dice:

“Ipsa beata Maria quem credendo credidit, credendo concepit (…) Illa plena fide, et Christum prius mente quam ventre concipiens. Ecce inquit ancilla Domini.”
Sermo 215, 4 (PL 38, 1074)

San León Magno

El Papa San León trae la misma idea y en unos de sus célebres sermones sobre la natividad de Nuestro Señor y que se apoya sobre el mismo pasaje de San Lucas.

“Virgo regia davidicae stirpis eligitur, quae sacro gravidanda fetu divinam humanamque prolem prius conciperet mente quam corpore.”
Sermo 22

San Juan Damasceno

San Juan Damasceno, celebra la pureza del Corazón de María. “Vuestro Corazón es de una pureza sin tacha: no vive sino de la contemplación y del amor de Dios”. Hablando del horno de Babilonia, encuentra una figura del Corazón de Nuestra Madre

“¿No es acaso este horno una figura tuya, oh María? Está lleno y ardiendo hasta el borde y todos sienten al ardor de sus llamas. En verdad que es una imagen del amor ardiente que abraza todo tu corazón.”
Oratio 1 De dormitione Beata Virginis

San Bernardo

San Bernardo hablo mucho sobre el Corazón de María. Escuchémosle hablar sobre el Corazón Doloroso de Nuestra Madre:

“En verdad la espada traspasó tu alma y no solo la traspasó sino que llegó hasta el cuerpo de Vuestro Amado Hijo. Jesús habiendo rendido su último suspiro, no recibió su alma el golpe de la cruel lanzada que le abrió el costado: fue Vuestra Alma quien primero recibió la lanzada. Oh, sin duda que se puede decir que Vuestro dolor fue aun más duro que el martirio, pues la compasión del corazón es más dolorosa que los dolores corporales.”
Sermo In Signum Magnum

Es también San Bernardo quien exalta en una de sus oraciones el Corazón Inmaculado de Nuestra Madre.

“Abre, Oh Madre de Misericordia, abre las puertas de tu Corazón Bendito a las oraciones y suplicas que te hacemos con suspiros y gimiendo. Vos no nos rechazas cuando podrías hacerlo por el horror que tienes al pecado, y cuando alguno de tus hijos manchado por el pecado suspira hacia Ti e implora Vuestra intercesión con un corazón contrito y humillado tiene el camino abierto para ir a Ti. Y no hay que maravillarse, oh Reina mía, si el santuario de vuestro Corazón está lleno de una tan grande abundancia de misericordia, pues esta obra incomparable de misericordia, ordenada por Dios desde todos los siglos para nuestra redención, se cumplió en tu seno donde el Creador del mundo se ha dignado hacer su morada.”
Sermo In Deprecatione ad Virginem

La Devoción al Corazón de María en los Monasterios de la Edad Media

Hemos citado ya al gran Abad San Bernardo, mencionemos ahora a tres monjas cuyos escritos y fama de santidad fueron proverbiales en aquellas épocas de cristiandad: Santa Matilde, Santa Gertrudis y Santa Brígida. La devoción al Corazón de María se desarrolló admirablemente al lado de la devoción al Sagrado Corazón.

Santa Matilde

Un día, Nuestro Señor mismo, se dignó enseñarle el modo de saludar el Corazón de su Madre. Era tiempo de Adviento y como ella misma lo cuenta, deseaba ofrecer algún homenaje a la Virgen Santísima, cuando Nuestro Señor le dijo:

“Saluda el Corazón de mi Madre, a causa de la sobreabundancia de todos los bienes que les ha dado y asegurado a los hombres; su Corazón fue tan puro, que fue el primero que hizo voto de virginidad. Saluda a ese Corazón que por su humildad ha merecido concebir del Espíritu Santo. A ese Corazón lleno de devoción y de deseos que me ha atraído a Mi. A ese Corazón que está ardiendo de amor para con Dios y para con el prójimo. A ese Corazón que ha conservado fielmente en sí mismo todas las cosas de mi infancia y juventud. A ese Corazón que fue traspasado en mi Pasión por los estigmas para guardar siempre en su memoria mis padecimientos. A ese Corazón tan fiel que ha consentido a la inmolación de su Hijo único por la redención del mundo entero. A ese Corazón que sin cesar intercedió por el bien de la Iglesia naciente. En fin, saluda a ese Corazón que se ha entregado totalmente a la contemplación y que por sus méritos, obtuvo la gracia para los hombres.”
Le Livre de la grace spéciale 1p, cap 2.

Aquí vemos claramente como el fundamento más importante de nuestra devoción al Corazón de María es la devoción que Nuestro Señor mismo tiene al Corazón de su Madre. Uno entiende entonces que la Virgen en Fátima el 13 de junio de 1917 dijo que “Jesús quería establecer en el mundo la devoción a mi Corazón Inmaculado”.

Va a ser Nuestra Señora misma quien le manifieste a la santa los sentimientos que abrigó su Corazón en los principales misterios de su vida. Así, a propósito de la Purificación en el Templo le dice:

“Después de darle a luz, tuve un enorme gozo el día que le ofrecí a Dios su Padre como la única Hostia agradable a Dios y en virtud de las cuales le son aceptas a Dios todas las ofrendas que se le hicieron después del comienzo del mundo. Mi devoción y mi agradecimiento eran tan grandes al momento en que lo presenté, que si la devoción de todos los hombres se pudiera reunir en un solo corazón humano, no se podría comparar al Mio; más al escuchar las palabras de Simeón: “una espada te atravesará el alma”, todo mi gozo se convirtió en dolor.”
Le Livre de la grace spéciale 1p, cap 12.

La Virgen Santísima le dijo un día como su alma llevaba una imagen y semejanza perfecta de la Santísima Trinidad:

“La Santísima Trinidad me ha amado tanto desde toda la eternidad, que Ella ha tenido siempre una especial complacencia y placer en pensar en mí (…) Ella ha querido hacer de mí una imagen perfecta donde resplandezca todo el arte maravilloso de su Sabiduría y de su Bondad.”
Le Livre de la grace spéciale 1p, cap 29

Santa Gertrudis

Se encuentra un pensamiento similar en las Revelaciones que le fueron hechas a Santa Gertrudis:

“Antes de Maitines, durante el canto del “Ave María” vi tres resplandores impetuosos salir del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo; y penetraron llenando de una gran dulzura el Corazón de la Virgen María y de su Corazón salió de nuevo hacia su origen con fogosa impetuosidad. Este resplandor de la Santísima Trinidad que le fue dado a la Santísima Virgen la hizo la más poderosa después del Padre, la más sabia después del Hijo y la más bondadosa después del Espíritu Santo. Y sucedía que todas las veces que los fieles recitaban devotamente sobre la tierra la salutación angélica, este resplandor con una impetuosidad renovada, venía a derramarse en la Virgen Bienaventurada y una nueva fuerza penetraba en su Corazón Santísimo para producir allí una fuente de deleite maravillosa. Y de esta alegría, de estos estremecimientos de delicias y de eterna salud se inundaban cada uno de los santos y de los ángeles y todos aquellos que sobre la tierra hacen memoria de esta salutación. Así en cada uno se renovaba todo el bien que les vino por la Encarnación del Hijo de Dios.”
Oeuvres spirituelles IV Le Héraut, libre 4.

Santa Brígida

Hablando de esta santa ponemos aquí esta oración que ella compuso y que muestra la gran devoción que tuvo para con el Corazón de María.

“Oh Virgen incomparable, o Amabilísima María, vida y gozo de mi corazón, yo reverencio, yo amo y yo glorifico con todas las fuerzas de mi alma vuestro dignísimo Corazón que ha estado abrazado de tal modo de celo ardiente por la gloria de Dios que sus llamas celestiales han llegado hasta el corazón del Padre Eterno, han atraído a su Único Hijo con el fuego del Espíritu Santo hacia vuestras purísimas entrañas, mas de tal manera que ha permanecido desde toda la eternidad en el seno de su Padre.”
Oraison 4B

Una particularidad en la piedad de Santa Brígida es que el Corazón de María siempre es representado como formando una misma cosa con el Sagrado Corazón de Jesús.

“El Corazón de mi Madre ha sido como mi Corazón, le dijo un día el Divino Maestro a la santa, y esto es porque se puede decir que mi Madre y Yo hemos obrado la salud del género humano con un mismo Corazón, del mismo modo, quasi uno corde, Yo por los sufrimientos que he soportado en mi cuerpo y Ella por los dolores y el amor de su Corazón.”
Revelations liv. 1 cap. 3.

“Tened por cierto, le dijo un día Nuestra Señora que yo amé tan ardientemente, lo amé tan tiernamente que Él y Yo , por así decirlo no fuimos mas que un solo Corazón (quasi Cor Unum ambo fuimus).”
Revelations liv. 4 cap 8

Esto lo declarará más en extenso San Juan Eudes, el gran apóstol de los Sagrados Corazones, pero ahora vayamos un poco más adelante.

La Revelación del Rosario a Santo Domingo

Al hablar del Santo Rosario no nos apartamos de nuestro estudio, por el contrario, pues fue la Virgen santísima quien en 1217 le dio el Santo Rosario a Santo Domingo y esto marca una etapa decisiva en la devoción para con el Corazón Inmaculado.

El Rosario consiste esencialmente en la meditación, contemplación de los principales misterios de la vida de Nuestro Señor Jesucristo. Y es en el Corazón de María que están depositados estos misterios de la vida de NSJC como nos lo refiere San Lucas. Es entonces en el Corazón de nuestra Madre donde aprenderemos a unirnos y vivir de estos misterios. ¿Cómo? Por medio de las gracias que por su mediación obtenemos al recitar el Ave María.

Como lo dice el Padre Vayssiére OP: “Recitar cada decena es contemplar y unir el corazón a la gracia del misterio, al espíritu de Jesús y de María tal como el misterio nos lo presenta (…) el Rosario así dicho no es solamente una serie de Aves Marías piadosamente recitadas, sino que es Jesús mismo viviendo nuevamente en el alma por la acción maternal de María.”

Al revelarle el Santo Rosario a Santo Domingo la Virgen Santísima nos invita a entrar en su Corazón para comunicarnos los mismos sentimientos que animaban al Sagrado Corazón de su Hijo Divino.

Se puede decir entonces que los apóstoles y los predicadores del Santo Rosario son a su vez los apóstoles y los predicadores del Corazón de María y contribuyen así a difundir su devoción y su reino en las almas y sobre la tierra. Encontraremos el rezo del Santo Rosario en el centro de los mensajes en Lourdes y en Fátima.

Grandes devotos del Corazón de María

Al correr de los siglos, la Iglesia ha visto a grandes devotos del Corazón de nuestra Madre Santísima, entre los que puede contarse a San Buenaventura, San Lorenzo Justiniano, San Bernardino de Sena, San Ignacio de Loyola, el Venerable Luis de Granada, San Pedro Canisio, el Cardenal de Bérulle, etc.

San Francisco de Sales lo dice claramente en su Tratado del Amor de Dios: “La Virgen Santísima no tenía mas que una sola alma, un solo Corazón y una sola vida con su Hijo”. Pero hablemos especialmente de quien es considerado el apóstol de los Sagrados Corazones de Jesús y de María

San Juan Eudes

Este santo (1601 – 1680) va a contemplar el Corazón de María en su plenitud de gracias, tal como fue saludado por el ángel el día de la Anunciación: Ave, gratia plena (Lc 1, 28) “He visto el Corazón de la Virgen como el Vaso Sagrado en que se derramó el Corazón de Jesús para de ahí comunicarse a todos los bautizados” esta meditación contemplativa es la que alimentó el alma del santo en sus primeros años.

Ingresó como pensionado al Oratorio y en 1641 fundó la Congregación de Nuestra Señora de la Caridad que dedicó especialmente al Corazón de la Virgen. Fue en 1643 que fundó la Congregación de Jesús y María para la formación de los clérigos dentro de los seminarios y la renovación del espíritu cristiano en el pueblo por medio de la predicación de misiones. Posteriormente añadió el título de “Sagrados” a su Congregación naciente quedando el nombre oficial como las Congregación de los Sagrados Corazones de Jesús y de María. San Juan Eudes se sitúa así en la línea de la revelaciones de Nuestra Señora misma a Santa Brígida y a los demás santos que han hablado siempre del misterio de intimidad por el cual el Hijo y la Madre no tiene mas que una misma vida.

Los dos Corazones entran en la liturgia

La consagración de dos ordenes religiosas a Jesús y a María tuvo como su complemento necesario la organización de los cultos de los Sagrados Corazones para sus miembros. San Juan Eudes compuso una salutación al Corazón de María: “Ave Cor”, basándose en los escritos Santa Matilde, y que se difundió rápidamente entre las diócesis, con gran rabia de los jansenistas quienes la atacaron acerbamente. Aquí se encuentra esta expresión: “Yo te saludo oh amantísimo Corazón de Jesús y de María” que el santo explica admirablemente: “Esta salutación se dirige juntamente al Sagrado Corazón de Jesús y de María, pues aunque el Corazón del Hijo es diferente que el Corazón de la Madre, Dios mismo lo ha unido tan estrechamente, que uno puede decir en verdad que no son mas que un Corazón, pues están animados de los mismos sentimientos y afectos.”

Poco después San Juan Eudes instituyó una fiesta litúrgica del Corazón de María para su sociedad de sacerdotes. Compuso a este efecto un oficio donde los dos Corazones están totalmente unidos. La oración colecta que compuso resume toda su doctrina:

Oh Dios que habéis querido que vuestro Hijo Único viva desde toda la eternidad en Vuestro Corazón y que vive y reina en el Corazón de la Virgen Madre, concédenos celebrar sin cesar está vida Santísima de Jesús y de María en un único Corazón, danos el tener un solo Corazón juntamente con Ellos y de cumplir todo Vuestra Voluntad, con un corazón grande y una voluntad animosa, para que podamos vivir según Vuestro Corazón.

La celebración del nuevo oficio fue autorizada verbalmente por el obispo de Bayeaux en 1643. A partir de 1648 la solemnidad fue introducida en la diócesis de Autun donde el santo había predicado una misión y se fue extendiendo progresivamente a las demás diócesis de Francia. En 1672 estableció paralelamente una fiesta en honor del Corazón de Jesús. Hay que hacer notar que en el oficio compuesto por el santo para solemnizar el Corazón de María ya ocupaba un lugar considerable el Corazón de Jesús. Nos dice el Canónigo LeBrun: “Si el Corazón de María es el objeto inmediato del canto del Padre Eudes, tiene su placer en apuntar a Jesús, quien le llena de vida, lo reviste de sus perfecciones y de sus virtudes […] Jesús reina en el Corazón de su Divina Madre, he aquí la idea dominante del oficio que compuso el bienaventurado.”

San Juan Eudes se inspiró en los escritos de los Padres de la Iglesia y de los místicos de la Edad Media. El oficio que compuso es un eco de toda la Tradición. En 1674 el papa Clemente X aprobó la celebración de los oficios en las iglesias y capillas de la congregación del Padre Eudes. Con este santo, la devoción al Corazón de María pasó de la devoción privada al culto público y oficial de la Iglesia.

Fue San Pío X quien en su Carta Apostólica “Divinus Magister” llamó a San Juan Eudes con los títulos de “padre, doctor y apóstol del culto de los Sagrados Corazones de Jesús y María”. Para con los tiempos modernos él ha sido el profeta de los Corazones de Jesús y de María preparando así las almas para las revelaciones de Paray-le Monial (1673 a 1675) y de Fátima (1917).

San Luis María Grignon de Monfort: Consagrarse a la Virgen María

San Luis María Grignon de Monfort (1673 – 1716) tiene su lugar en esta historia. No solamente ha sido uno de los más grandes predicadores del Santo Rosario enrolando más de 100,000 personas en la Cofradía del Rosario, sino que sobretodo por su doctrina en su “Tratado de la Verdadera Devoción a la Santísima Virgen” se presenta providencialmente en la Iglesia en el momento de las grandes intervenciones marianas de los siglos XIX y XX, permitiendo así que un gran número de almas pudieran recibir estos frutos.

El recuerda en efecto que “fue por medio de la Santísima Virgen que vino Jesucristo al mundo y por medio de Ella debe también reinar en el mundo” (núm. 1) y que “es por María que ha comenzado la salvación del mundo y es por Ella que debe ser consumada.” (núm. 49)

El santo pone entonces los fundamentos de la verdadera devoción mariana que “no tiene otra finalidad que establecer más perfectamente la devoción a Jesucristo” (núm. 62) y donde el punto más alto consiste en “la consagración de sí mismo a Jesucristo, la Sabiduría Encarnada por las manos de María”. Esta consagración, que San Luis María llama “una perfecta renovación de los votos y promesas del santo bautismo” (núm. 120) “es un camino fácil, corto, perfecto y seguro” (núm. 152) para alcanzar la unión con Jesucristo.

Estamos entonces en el corazón del mensaje de Fátima como lo explicó la misma Sor Lucía: “Establecer en el mundo la devoción al Corazón Inmaculado de María significa mover las almas a una consagración total.” San Luis María lo enseña con su doctrina.

Un siglo para el signo de la Inmaculada

Llegamos al siglo XIX. La ruptura de la Revolución Francesa ha hecho entrar en el mundo un aire nuevo de oposición pública de las naciones y de los reinos a Cristo Rey. Llegará hasta las últimas conclusiones de su pensamiento en el ateísmo de la revolución rusa de 1917. Es en este periodo que se produce una sucesión de intervenciones marianas de carácter mundial. La Virgen se presenta como la Inmaculada, concebida sin mancha de pecado (Rue duBac 1830 y sobretodo en Lourdes 1858) exhorta a rezar el Santo Rosario y a hacer penitencia, llora amargamente los males que aquejan a la Iglesia (La Sallete 1846) y muestra su poderosa protección sobre aquellos que la escuchan (Pontmain 1871)

Aquí hay que mencionar los acontecimientos sucedidos en la iglesia de Nuestra Señora de las Victorias en París. El 11 de diciembre de 1836, movido por una fuerte inspiración el Padre des Genettes consagra al Corazón Inmaculado de María su parroquia moribunda situada en una zona completamente descristianizada por la Revolución. En poco tiempo se convierte en una de las parroquias más florecientes en toda Francia. El Corazón Inmaculado viene a mostrar los frutos de la consagración a su protección.

Un poco antes, en 1822, Mgr. De Mazenod había fundado en Marsella las Oblatas de María Inmaculada a las cuales había lanzado a la conquista evangélica del mundo.

La acción del papado en el siglo XIX y comienzos del XX reviste, al mismo tiempo, una importancia capital para la preparación de las almas al mensaje de Fátima, lo cual se dio particularmente con la definición del dogma de la Inmaculada Concepción por el papa Pío IX el 8 de diciembre de 1854. La Revolución se había hecho bajo el título de una pretendida bondad natural del hombre. En respuesta, el dogma nos muestra que sólo la Virgen María fue preservada de pecado original, arruinando así las ideas fundamentales de la Revolución; y al mismo tiempo mostrando a los hombres que la Nuestra Señora ha vencido al demonio, indicando que será la misma Virgen Santísima quien triunfe de las fuerzas del mal.

Señalemos de modo particular la acción del papa León XIII

-el 24 de diciembre de 1884 añadió a las letanías lauretanas la invocación: “Reina del Santísimo Rosario” que será el título bajo el cual se presentará Nuestra Señora a los tres pastorcitos en Fátima.

-en 1889 concedió una indulgencia plenaria a los fieles que rezaran devotamente los 15 sábados en honor de Nuestra Señora, costumbre que ya se había hecho popular gracias a la Cofradía del Santo Rosario.

-sobretodo renovó de un modo considerable la devoción al Santo Rosario en toda la Iglesia, pues así como escribió un número impresionante de documentos pontificios sobre este tema (en total fueron 12 encíclicas a razón de una por año entre 1883 y 1898. No hay ningún otro ejemplo en toda la historia de la Iglesia de un número tan elevado de documentos escritos por un mismo pontífice sobre un mismo tema) y ordenó que todos los días del mes de octubre en todas las iglesias del mundo católico se rezara el Santo Rosario delante del Santísimo expuesto.

A los comienzos del siglo XX

Es conocida el celo del papa San Pío X por propagar la devoción mariana especialmente según el espíritu del Padre Grignon de Monfort.

El papa fomentó entre otras la devoción de los primeros sábados del mes a la cual le dio una orientación reparadora muy marcada, especialmente para reparar las blasfemias proferidas contra el nombre y las prerrogativas de la Virgen María. Esta será la devoción esencial que pidió Nuestra Señora en Fátima.

Del mismo modo, su decreto “Quam singulari” del 8 de agosto de 1910 sobre la comunión de los niños tendrá su coronación celestial con la comunión que el Ángel de Portugal le dará a los niños en el otoño de 1916.

Aunque sea de costado pero hay que recordar aquí de Berthe Petit, terciario franciscano nacido en Enghien, Bélgica en 1870 y que murió en 1943. Las gracias que recibió estaban acompañadas de todo tipo de dolores y enfermedades. Fue el gran apóstol de la devoción al Corazón Doloroso de María, especialmente a partir de su audiencia con el Cardenal Mercier en 1916. Fue por este encuentro con el prelado, que el mismo año, durante las horas trágicas de la Primera Guerra Mundial que el Cardenal Mercier consagró Bélgica al Corazón Doloroso e Inmaculado de María. Los obispos franceses habían consagrado Francia al mismo Corazón en diciembre de 1914. Los obispos de Gran Bretaña consagraron su país en 1917. Todo estaba preparado para que Nuestra Señora viniera a Fátima.

Del mismo modo que la devoción al Corazón de Jesús no ha cesado de desarrollarse a través de los siglos y ha tenido su coronación en las apariciones de Paray-le-Monial, del mismo modo la devoción al Corazón de María ha ido creciendo hasta encontrar en Fátima su digna coronación.


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