PARA PREPARAR SU FIESTA PRÓXIMA.
(13 al 21 de agosto).
Publicado en MARÍA MEDIADORA
SEGÚN LAS REVELACIONES DE FÁTIMA(Puede rezarse esta novena en cualquier época del año)El Corazón de la Madre es en todo semejante al Corazón del Hijo. También María dio a luz a Aquel que es nuestra reconciliación; Ella estaba al pie de la Cruz cuando, en la Sangre del Hijo, Dios reconcilió "con El todas las cosas" (Col 1,20); ahora, glorificada en el Cielo, tiene -como recuerda una plegaria litúrgica- "un corazón lleno de misericordia hacia los pecadores, que, volviendo la mirada a su caridad materna, en Ella se refugian e imploran el perdón de Dios..." María, Madre Virgen, que conoces mejor que nosotros el Corazón Divino de tu Hijo, únete a nosotros hoy en esta adoración a
ORACIÓN PREPARATORIA PARA TODOS LOS DÍAS
¡Oh María, digna Madre de Dios y
tierna Madre nuestra, que apareciendo en Fátima, nos habéis mostrado
nuevamente en vuestro Corazón un asilo y refugio segurísimo, y en vuestro
Rosario un arma victoriosa contra el enemigo de nuestras almas, dándonos
también rica promesa de paz y vida eterna!
Con el corazón contrito y
humillado por mis culpas, pero lleno de confianza en vuestras bondades, vengo
a ofreceros esta Nvena de alabanzas y peticiones.
Recordando, Señora benignísima,
las palabras de Jesús en la Cruz, "Ahí
tienes a tu Madre", os digo con todo afecto: ¡Madre, aquí tenéis
a vuestro hijo!
Recibid mi corazón, y ya que es
palabra vuestra "Quien
me hallare, hallará la vida", dadme que amándoos con amor filial,
halle y goce aquí la vida de la gracia y después la vida de
Después de la meditación propia
del día pídanse las gracias.
Para alcanzarlas, rezar cinco Avemarías al Inmaculado Corazón de María.
ORACIÓN
FINAL PARA TODOS LOS DÍAS
¡Oh Corazón de María, el más
amable y compasivo de los corazones después del de Jesús, Trono de las
misericordias divinas en favor de los miserables pecadores! Yo,
reconociéndome sumamente necesitado, acudo a Vos en quien el Señor ha puesto
el tesoro de sus bondades con plenísima seguridad de ser por Vos socorrido.
Vos sois mi refugio, mi amparo, mi esperanza; por esto os digo y os diré en
todos mis apuros y peligros:
¡Oh dulce Corazón de María, sed la
salvación mía!
Cuando la enfermedad me aflija, o
me oprima la tristeza, o la espina de la tribulación llague mi alma,
¡Oh dulce Corazón de María, sed la
salvación mía!
Cuando el mundo, el demonio y mis
propias pasiones, coaligados para mi eterna perdición, me persigan con sus
tentaciones y quieran hacerme perder el tesoro de la divina gracia,
¡Oh dulce Corazón de María, sed la
salvación mía!
En la hora de mi muerte, en aquel
momento espantoso del que depende mi eternidad, cuando se aumenten las
angustias de mi alma y los ataques de mis enemigos,
¡Oh dulce Corazón de María, sed la
salvación mía!
Y cuando mi alma pecadora se
presente ante el tribunal de Jesucristo para rendirle cuenta de toda su vida,
venid Vos a defenderla y ampararla, y entonces, ahora y siempre,
¡Oh dulce Corazón de María, sed la
salvación mía!
Estas gracias espero alcanzar de
Vos, ¡oh Corazón amantísimo de mi Madre!, a fin de que pueda veros y gozar de
Dios en vuestra compañía por toda la eternidad en el cielo. Amén.
MEDITACIÓN DEL DÍA
Día 1º
Reinado del
Inmaculado Corazón de María
Dijo la Virgen a los
pastorcitos de Fátima: "Jesús
quiere establecer en el mundo la devoción a mi Inmaculado Corazón".
En
verdad, ¿puede haber cosa más justa y digna? Oigamos al P. Claret:
"¿Habrá quien pregunte por qué veneramos al Corazón de María? ¿Se han
meditado bien la excelencia de este Corazón y las perfecciones sobrehumanas y
más que angélicas que lo adornan? ¡Oh, con qué alegría contempla el Señor al
Corazón de María, al que ninguna mancha desfigura ni afea germen alguno de
pasión mala, en el que no existe sobra de defecto que pueda hacerle indigno y
cuyas afecciones son todas celestes! O por hablar con más propiedad, ¡con qué
satisfacción no se contempla a Sí mismo en aquel espejo fiel en donde se
hallan retratados todos los rasgos de su semejanza, borrados en el resto de
los hombres!". Y afirma San Bernardino de Siena que "para ensalzar
los sentimientos del Corazón Virginal de María no bastan las lenguas de todos
los hombres, ni aún las de los ángeles". ¡Tan digno y santo es!
¡Oh alma devota! Dios lo quiere: Dios ha honrado sobremanera
al Corazón de María: honra tú también, ama y obsequia cuanto puedas al
Corazón amantísimo de tu dulce Madre.
Día 2º
Desagravio
al Inmaculado Corazón de María
La Virgen pidió en Fátima a los tres niños ofrecieran
sacrificios en reparación de las ofensas que se infieren a su Inmaculado
Corazón. Pidió en particular la comunión reparadora de los primeros sábados.
Lo que sostiene a este mundo pecador es el espíritu de
reparación, que llega a su valor más alto en la misa, donde Jesús encabeza
las reparaciones y desagravios de la Iglesia toda a su Eterno Padre.
Se ofende a Dios, y se ofende mucho también a su amadísima
Madre, cuyo Corazón gime atravesado con la simbólica espada. "Ese vaso
de santidad -exclama San Buenaventura- ¿cómo se ha trocado en mar de
penalidades?"
¡Penitencia! nos dice María en Fátima como en Lourdes. Sí:
Fátima es un pregón de penitencia para esta época en que se niega la gravedad
del pecado, se glorifica el sensualismo y se concretan las aspiraciones a
gozar de esta vida.
No volver a pecar: esto es lo primero en el verdadero
penitente. Y luego, mortificarse y sufrir algo por Dios. Oigamos, pues, el
clamor de María: ofrezcamos oraciones, buenas obras y sacrificios en
desagravio a su afligido Corazón.
Día 3º
El
Inmaculado Corazón de María, iris de paz
El mundo desconoce a Dios; es un impío; y está escrito:
"No hay paz para los impíos". Habrá en él mucha inteligencia, mucho
brazo, mucha máquina; pero falta corazón. Y por eso falta amor, concordia,
paz.
En Fátima aparece y brilla como nunca un Corazón, un
Corazón de Madre, capaz de unir los corazones todos y llevarlos a Dios.
"En ese Corazón -dice Ricardo de San Lorenzo- la
justicia y la paz se besaron", porque como explica San Bernardo,
"maría recibió del mismo Corazón del Eterno Padre en su propio Corazón,
al Verbo", que es nuestra paz y reconciliación.
¿Acaso no es oficio propio de la madre aplacar al Padre
con los hijos y pacificar a éstos entre sí? Sala de esos armisticios es el
corazón de toda madre. El de María es arca noética de donde sale siempre la
paloma mensajera de paz, cuyos ramitos de olivo caen y germinan en las
tierras ensangrentadas por el odio.
"Abre, pues, oh María -le suplica San Bernardo- la
puerta del Corazón a los llorosos hijos de Adán". Ante ese "áureo
altar de paz" vengan todos a depositar su ofrenda, reconciliados ya con
sus hermanos. Roguemos a la Reina de la paz la dé a los pueblos y familias;
pero más, mucho más a los pecadores que están alejados de Dios y tiranizados
por el demonio.
Día 4º
El
Inmaculado Corazón de María y los pecadores
No una, sino varias veces exhortó la Virgen a los niños de
Fátima a orar y sufrir por la conversión de los pecadores, y pidió
expresamente el culto a su Corazón como medio de conversiones.
Dicen muchos: "Pequé, y ¿qué de malo me ha
sucedido?". No hablarían así, a poca fe y reflexión que tuvieran. Verían
que el pecado mortal mata al alma, roba la paz y todos los méritos, enemista
con Dios y esclaviza bajo el poder de satanás. El que muere en pecado mortal
se condena para siempre. ¡Qué espantosa desgracia!
Una avemaría diaria rezan los archicofrades del Corazón de
María por los pecadores. Y María les inspira arrepentimiento, confesión,
enmienda, y así les torna la vida, antes insoportable, dulce y feliz.
"¡Cuánto no debemos al tesoro de consuelos que encierra el Corazón
Inmaculado de María!" exclamaba el P. Faber, convertido por ese Corazón
de Madre.
"¡Oh María! -le decía San Alfonso María de Ligorio-
si vuestro Corazón llega a tener compasión de mí, no podrá dejar de
protegerme".
El Papa en nombre de toda la humanidad pecadora, ora de
este modo: "Estamos seguros de obtener misericordia y de recibir
gracias, no por nuestros méritos, de los que no presumimos, sino únicamente
por la inmensa bondad de vuestro materno Corazón".
Acude tú también a este Trono de misericordia; y pídele la
conversión de los pecadores empedernidos.
Día 5º
Esta promesa será sin duda lo que más perpetúe el nombre
de Fátima a través de los siglos y traiga más frutos de salvación.
"Prometo -dijo la Virgen- asistir en la hora de muerte con las gracias
necesarias para la salvación a los que en cinco primeros sábados de mes
seguidos comulguen y recen el rosario meditado".
Ante este alarde de misericordia del Corazón de María, el
mundo se ha conmovido. El mismo soberano Pontífice pone al principio de la
misa del Corazón de María aquella invitación: "Vayamos con confianza a
ese Trono de gracia". Y cada uno de los fieles ganoso de asegurar lo que
más importa, el porvenir eterno, tiene cuenta con sus cinco primeros sábados,
evita el interrumpirlos, se alegra de coronarlos y se complace en repetirlos.
Es interesante el dato evangélico: Jesús otorgaba sus
favores y prodigios preferentemente en sábado. E interrogaba a sus
detractores: ¿Es lícito curar en sábado? Su Madre divina parece responder:
los sábados son los días de mi predilección a favor de mis devotos en la
tierra y en el purgatorio.
¡Oh alma! reza el rosario y comulga en dichos días, con
gratitud, con fervor, en espíritu de reparación, y no lo dudes: albergada en
ese Corazón, que es, según San Buenaventura, "deliciosísimo paraíso de
Dios", pasarás al paraíso eterno.
Día 6º
El
Inmaculado Corazón de María y el Santo Rosario
Como en Lourdes, María pide en Fátima el rezo del rosario,
y pide lo recemos diariamente, por la paz y por los pecadores, es decir:
"por la paz de las armas y por la paz de las almas", según frase
del Papa.
¿Necesitaremos más invitaciones para darnos a esta
dulcísima y salvadora devoción? Dulcísima, pues como dice San Anselmo de
Luca, "debería rebosar célica dulzura nuestra boca al saludar a tan
benigna Señora y bendecir el fruto de su vientre, Jesús". Salvadora,
pues dice Montfort: "No sé el cómo ni el porqué, pero es una verdad, que
para conocer si una persona es de Dios, basta examinar si gusta de rezar el
Avemaría y el Rosario".
Dijo la Virgen al P. Claret: "Quiero que seas el
Domingo de Guzmán de estos tiempos". Y él propagó el Rosario con celo
indecible, transformando los hogares.
Al B. P. Hoyos le declaró
"¡Reina del Santísimo Rosario!": así empieza el
Papa la Consagración al Corazón de María, para indicarnos su aprecio al
rosario. Alma fiel: el Rosario sea para ti un tesoro: rézalo en familia o en
particular todos los días de tu vida.
Día 7º
El Inmaculado Corazón de María y la meditación
La Virgen de Fátima prometió el Cielo a los que en 5
primeros sábados comulguen y recen el Rosario meditando sus misterios.
En la historia del cristianismo, que cuenta 20 siglos, es
la primera vez que la Virgen invita al mundo a la práctica de la meditación u
oración mental. Sabe muy bien que la irreflexión es la característica de
nuestra época, llena de desolación, porque no hay quien medite de corazón.
¿Y quién podrá invitarnos mejor a la meditación que María,
que en su Corazón -testigo el Evangelio- guardaba, meditaba y analizaba todas
las palabras y acciones de Jesús niño, de Jesús adolescente, de Jesús hombre,
y así se santificaba de día en día?
Para Ella sí que las palabras de Jesús eran palabras de
vida eterna; y pues el hombre vive de toda palabra que procede de la boca de
Dios, de ellas se alimentaba la Virgen como de una verdadera Eucaristía.
Si San Juan Eudes llama al Corazón de María "Libro de
la Vida", es porque en las páginas delicadas de su Corazón la Virgen
imprimía y releía todo lo que decía y hacía Jesús durante aquellos 30 años,
para ser después el archivo divino de la Iglesia naciente.
"Ea, pues, -dice San Juan Crisóstomo- lo que María
meditaba en su Corazón, meditémoslo en el nuestro". En los misterios del
rosario está la vida de Jesús y de María: quien los medite bien, no pecará
jamás.
Día 8º
El
Inmaculado Corazón de María y el Papa
En sus apariciones de Fátima la Virgen menciona varias
veces con amor al Santo Padre y pide se ore mucho por él.
El Papa es, entre todos los mortales, el primer hijo del
Corazón de María, por ser el "Jesús visible", o como decía Santa
Catalina de Siena, "el dulce Cristo en la tierra".
El Papa es nuestro Padre. ¡Oh si le tuviéramos aquel amor
filial que le profesaba San Juan Bosco, quien por ser fiel a su consigna
"con el Papa hasta la muerte", tanto sufrió de los enemigos de la
Iglesia, y el P. Claret, que en pleno Concilio Vaticano manifestó que ansiaba
derramar toda su sangre en defensa de la infalibilidad pontificia!
Es nuestro Padre amantísimo: hemos de profesarle amor,
respeto y obediencia; no consentir jamás se le ataque y persiga; rogar para
que el Corazón de María lo ilumine y guarde de todo peligro, lo haga feliz en
la tierra y lo corone de gloria en el cielo.
Día 9º
Acto
de Consagración al Inmaculado Corazón
de María
(Acto
de Consagración al Inmaculado Corazón de María compuesto y leído por el Papa
Juan Pablo II . Solemnidad de la Anunciación de 1984)
"Bajo
tu amparo nos acogemos, Santa Madre de Dios".
Pronunciando las
palabras de esta antífona, con la que la Iglesia de Cristo ora desde hace
siglos, nos encontramos hoy ante Ti, Madre, en el año jubilar de
Nos encontramos unidos
con todos los Pastores de la Iglesia, con un particular vínculo,
constituyendo un cuerpo y un colegio, así como por Voluntad de Cristo los Apóstoles constituían un cuerpo y un colegio
con Pedro.
En el vínculo de tal
unidad pronunciamos las palabras del presente Acto, en el que deseamos
incluir, una vez más, las esperanzas y las angustias de la Iglesia por el
mundo contemporáneo.
La Iglesia, recordando aquellas palabras del Señor : "Id ... y enseñad a todas
las naciones... He aquí que Yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin
del mundo" (Mt
28,19-20), ha reavivado, en el Concilio Vaticano II, la conciencia de su misión en este mundo.
Y por eso, oh Madre de los hombres y de los
pueblos, Tú que conoces
todos sus sufrimientos y sus esperanzas, Tú que sientes maternalmente todas
las luchas entre el Bien y el mal, entre
"¡No
desprecies nuestras súplicas, que estamos en la prueba!".
He aquí,
encontrándonos ante Ti, Madre de Cristo, ante tu Corazón Inmaculado,
deseamos, junto con toda la Iglesia, unirnos a la consagración que por amor
nuestro, tu Hijo ha hecho de Sí mismo al Padre : "Por ellos - ha dicho Él - me consagro a Mí mismo, para
que también ellos sean consagrados en la Verdad" (Jn, 17,19). Queremos unirnos a Nuestro Redentor en esta
consagración por el mundo y por los hombres, la cual en su Divino Corazón,
tiene la fuerza de obtener el perdón y de procurar la reparación.
La fuerza de esta
consagración dura para
todos los tiempos y abraza a todos los hombres, los pueblos y las naciones, y
supera todo mal que el espíritu de las tinieblas es capaz de provocar en el
corazón del hombre y en su historia y que, de hecho, ha provocado en nuestros
tiempos.
Oh ¡Cuán profundamente
sentimos la necesidad de consagración para la humanidad y para el mundo: para
nuestro mundo contemporáneo, en unión con Cristo mismo!
¡Seas bendita, sobre toda criatura Tú, Sierva del Señor, que del modo más
pleno obedeciste a la divina llamada!.
¡Seas saludada Tú que estás enteramente unida a
¡Madre de la Iglesia! ¡Ilumina al Pueblo de Dios por el camino de la fe, de la
esperanza y de la caridad!
Ilumina especialmente
aquellos pueblos de los que Tú misma esperas nuestra consagración y nuestra
entrega. Ayúdanos a vivir en la verdad de la consagración de Cristo toda la
familia humana del mundo contemporáneo.
Confiando a Ti, oh Madre, el mundo, todos los hombres y todos los
pueblos, Te confiamos, también la misma consagración del mundo, poniéndola en Tu Corazón Materno.
¡Oh Corazón
Inmaculado! ¡Ayúdanos a vencer la amenaza del mal, que tan fácilmente se
arraiga en el corazón de los hombres de hoy y que en sus efectos
inconmensurables ya grava sobre la vida presente y parece cerrar los caminos
hacia el futuro!.
Del hambre y de la
guerra ¡líbranos!.
De la guerra nuclear,
de una autodestrucción incalculable, de toda guerra, ¡líbranos!
De los pecados contra
la vida del hombre desde sus albores, ¡líbranos!.
Del odio y del
envilecimiento de la dignidad de los hijos de Dios ¡líbranos!.
De toda clase de
injusticias en la vida social, nacional e internacional ¡líbranos!.
De la facilidad de despreciar a los mandamientos de Dios, ¡líbranos!.
De la tentativa de
ofuscar en los corazones humanos la verdad misma de Dios, ¡líbranos!
De la pérdida de la
conciencia del Bien y del mal, ¡líbranos!.
De los pecados contra
el Espíritu Santo, ¡líbranos! ¡líbranos!.
¡Acoge, oh Madre de
Cristo, este grito cargado
con los sufrimientos de
todos los hombres! ¡Cargado
con el grito de sociedades
enteras!.
Ayúdanos con el poder
del Espíritu Santo a vencer todo pecado: el pecado del hombre y el pecado del
mundo, el pecado en todas sus manifestaciones.
¡Que se revele, aún
por esta vez, en la historia del mundo el infinito poder salvífico de la
Redención: poder del Amor
Misericordioso! ¡Que Él
detenga el mal! ¡Transforme las conciencias! ¡Que en Tu Corazón Inmaculado se
manifieste a todos la luz de
la Esperanza! Amén.
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