A POCOS DÍAS DE LA FIESTA DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS, QUEREMOS RECORDAR LA IMPORTANCIA INMENSA QUE TIENE SU CULTO.
EL CULTO AL SAGRADO CORAZÓN Y
LA GRAN PROMESA
El culto al Sagrado Corazón de Jesús no es una devoción más. Es el mismo Señor “por dentro”, en el misterio íntimo de su amor redentor por nosotros lo que se nos ofrece.
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La gran revelación del culto al Sagrado Corazón de Jesús
en junio de 1675 a Santa Margarita María de Alacoque
Estando una vez en presencia del Santísimo Sacramento, un día de su octava, recibí de Dios gracias excesivas de su amor, y sintiéndome movida del deseo de corresponderle en algo y rendirle amor por amor, me dijo:
“No puedes darme mayor prueba que la de hacer lo que tantas veces te he pedido”
Entonces, descubriendo su Divino Corazón:
“He ahí este Corazón, que ha amado tanto a los hombres, que nada ha perdonado hasta agotarse y consumirse para demostrarles su amor, y en reconocimiento no recibo de la mayor parte sino ingratitud, ya por sus irreverencias y sus sacrilegios, ya por la frialdad y desprecio con que me tratan en este Sacramento de Amor. Pero lo que me es aún mucho más sensible es que son corazones que me están consagrados los que así me tratan.”
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Dedicación de los viernes
Es un hecho que nuestra sociedad ha perdido el ambiente cristiano en sus formas. Un dato: el sentido eminentemente profano de los días de la semana; así el domingo no es el día del Señor, sino el día de las diversiones…
¡Vamos a dar sentido cristiano a un día más en la semana: el viernes del Sagrado Corazón!
a) Porque en él se manifestó su amor del modo más supremo “nos lavó de nuestros pecados con su sangre” y nos dio por herencia la gloria eterna.
b) Porque en él su corazón se abrió como un tesoro, como una fuente de bienes para inundar al mundo.
c) Porque en él nos dio a su propia Madre, la Virgen María. Su amor no tuvo límites.
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La gran promesa de los nueve viernes
Introducción:
I. Año 1673. Una santa mujer, Margarita María de Alacoque, ve a Jesucristo mostrándole su Sagrado Corazón.
2. Recibe doce promesas especialísimas, vinculadas a esta devoción.
3. Es en la tercera gran aparición, 1674, cuando le comunica la gran promesa para la humanidad.
I. LA PROMESA
A) He aquí las palabras de Cristo
I. “Yo prometo, en un exceso de misericordia de mi corazón conceder a todos los que reciban la sagrada comunión nueve primeros viernes de mes consecutivos:
a) La gracia de la penitencia final.
b) No morir en mi desgracia, ni sin recibir los sacramentos.
c) tendrán en mi divino corazón un asilo en el último momento”.
2. Concede tres gracias.
a)La penitencia final, es decir, morir en estado de gracia.
b) La recepción de los sacramentos, es decir, los que sean necesarios en aquel momento.
c) Asilo seguro en su corazón,es decir, seguridad de no ser rechazado por El.
3. Amor misericordioso de Jesús que “en un exceso de misericordia” quiere salvar a toda la humanidad.
B) La promesa es absoluta
Exige solamente la comunión bien hecha según la intención del Sagrado Corazón y precisamente nueve primeros viernes de mes, seguidos.
1. Lo que se promete no es la perseverancia en el bien durante toda la vida.
2. Ni la recepción de los últimos sacramentos en esta hipótesis.
3. Se promete la perseverancia final.
a) Que implica la penitencia.
b) Y los últimos sacramentos en la medida necesaria.
4. La promesa se dirige directamente a los justos e indirectamente a los pecadores.
5. Fijándola a una práctica determinada de devoción al Sagrado Corazón de Jesús: los nueve primeros viernes.
C) Pero exige una explicación
1. Jesucristo no dice que salvará a los que sigan pecando contumazmente. Sería herético y blasfemo.
2. Sino que dará una gracia especial para vivir y morir cristianamente.
3.Esta gracia especial, sin embargo:
a) Exige nuestra colaboración personal.
b) No compromete nuestra libertad.
II. VERDADERO ALCANCE DE LA MISMA
A) Esta promesa se presta a falsas interpretaciones
1. Pueden decir algunos: “Haciendo los primeros viernes ya tengo asegurada la perseverancia final, aunque luego me entregue al pecado”. Esto es falsísimo.
a) La devoción de los primeros viernes no es el billete definitivo para ir al cielo.
b) Es tan sólo una “contraseña” a canjear por el billete. Y es necesario no perderla “vaciando los bolsillos imprudentemente” con una vida desordenada.
2. La certeza que nos da la práctica de esta devoción no es, ni puede ser, una certeza absoluta.
a) En el Concilio de Trento se condena a aquellos que dicen tener, sin especial revelación divina, certeza absoluta de su perseverancia final (Den. 826)
b) Nadie puede tener certeza absoluta ni siquiera de estar en estado de gracia.
c) Tampoco podemos tenerla de haber cumplido los requisitos que nos pide Jesucristo en la práctica de esta devoción.
d) No existe el autógrafo de la santa y se desconoce si se han cambiado palabras o no.
3. La certeza que nos da es una certeza moral.
a) Ya que del estado de gracia, que se requiere para cumplir las condiciones de la promesa, no tenemos más que certeza moral.
b) No excluye esta certeza el temor prudente. “Con temor y temblor trabajad por vuestra salud” (Fip. 2, 12)
c)Y si no excluye el temor es que no excluye la posibilidad opuesta.
4. Siempre estamos en esta vida en estado de prueba y obligados a vivir cristianamente.
a) Y eso aún las mismas almas privilegiadas a quienes revela el Señor su predestinación.
b) Cuanto más los demás, que no tienen más que una certeza moral de su perseverancia final.
5. Además, si el que comulga los nueve primeros viernes lo hace con la idea preconcebida de seguir luego una vida pecaminosa, no cumple los requisitos establecidos por el Señor.
a) Ya que comulga sacrílegamente.
b) Y por lo tanto no tiene el estado de gracia ni espíritu de reparación.
c) Luego no es válido el comulgar “para hacerse un seguro” y seguir luego una vida pecaminosa.
B) ¿Cuál fue la intención de Jesús al hacer la promesa?
1. Mostrarnos la importancia que El da a la devoción a su corazón y a la comunión reparadora.
2. Tranquilizar a algunas almas escrupulosas con la certeza moral de su salvación.
3. Abrir a los pecadores una puerta de salvación.
a) Jesús ha prometido que quien cumpla rectamente esta devoción morirá en su amistad y gracia.
b) Esto no quiere decir que un pecador que rehuse convertirse durante su vida se salvará de todas formas a la hora de la muerte.
c) Lo que ocurre es que un pecador que haya cumplido bien los requisitos de esta devoción, emprenderá a partir de ella una vida auténticamente cristiana que le asegurará cada vez más la gracia de la perseverancia final.
4. No son nuestros méritos los que nos alcanzan la gracia . La perseverancia final es un don completamente gratuito.
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EJERCICIO EN HONOR
DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS PARA
EL PRIMER VIERNES DE CADA MES
El primer viernes de todo mes es consagrado a honrar de un modo particular el divino Corazón de Jesús, a fin de corresponder a su ardentísimo amor y de consolarle en las amarguras y dolores que sufre por la perfidia de los malos cristianos.
El mismo Jesús reveló a su devota Margarita María cuánto deseaba que su Corazón Divino fuera honrado con especial obsequio de piedad en el día de viernes, prometiendo a las venturosas almas que a este deseo de su bondad correspondiesen, tesoros de gracias y de misericordias en vida y en muerte, de gozo eterno y de suavísimas delicias en el Paraíso.
Por tanto, los fervientes devotos del Sagrado Corazón están obligados a rendirle los mayores obsequios que les sea posible.
¡Oh! si esto hacen, estén ciertos de que conseguirán copiosos y preciosísimos frutos para bien de su alma. Una constante experiencia viene dando a conocer que alimentarse de viva y ardiente devoción al Corazón adorable de Jesús da por resultado enamorarse de la virtud y practicarla fielmente hasta la muerte. He aquí lo que en la práctica podrá dirigirnos para honrar en el primer viernes de todo mes el amabilísimo Corazón de nuestro amado Jesús.
1º Consagrar al Sagrado Corazón de Jesús desde el primer momento de la mañana todas las acciones del día, haciendo intención de servirle para consolarle en sus penas y dolores, y de obtener la gracia de propagar por todas partes esta dulce y preciosa devoción.
2º Acercarse, pudiendo a recibir los Santos Sacramentos de la Penitencia y de la Eucaristía, haciendo la Comunión con particular fervor y con el vivo deseo de reparar las gravísimas injurias que el amable Jesús recibe en el Sacramento de su inmensa caridad. Y cuando no fuese dado comulgar, suplir con una devotísima Comunión espiritual, y diferir a la primera Dominica el participar del Santísimo Sacramento.
3º Asistir al adorable sacrificio del altar, y a ser posible, al que se celebra ante alguna imagen del Sagrado Corazón, recomendando vivamente a todos los devotos del mismo divino Corazón, ofreciendo todas las obras de aquel día a su honor y gloria, para que el reino de su amor se dilate sobre toda la Tierra.
4º Hacer una visita al Divino Sacramento, donde el amabilísimo Corazón de Jesús reside vivo y ardiendo todo en caridad.
5º Será bien consolar en este día en la manera que nos sea dable el Corazón de Jesús, atendiendo con mayor empeño al cumplimiento de los propios deberes, aumentando alguna obra de mortificación y caridad.
6º En la oración de la tarde ofrecerá a la gloria del bendito Corazón de Jesús las acciones todas del día, y le suplicará que se digne avalorarlas con sus méritos y concederle la gracia de procurarle nuevos hijos que le honren en la Tuerra y le amen después en el Cielo.
7º También podrá recitar en el curso del día la siguiente
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ORACIÓN
I. Os adoro, Corazón Sacratísimo de Jesús, en el augustísimo Sacramento del altar, donde continuamente estáis demostrando por nosotros el más ardiente y tierno amor. Doy gracias a vuestra infinita bondad, que instituyó este Divino Sacramento y preparó una mesa divina para dársenos todo Vos mismo. ¡Oh Corazón adorable de mi Jesús! Recibid, os ruego, dentro de Vos el alma mía, y encendedla en aquel bendito fuego de amor donde se abrase más y más de día en día hasta el último momento de mi vida.
Pater noster, Ave María, y Gloria
Dulce Corazón de mi Jesús,
haz que yo siempre te ame más
II. Os adoro, Corazón dulcísimo de Jesús en el augustísimo Sacramento del altar, donde estáis con el más ardiente deseo de que el corazón de todos los hombres se una a Vos para recibir las gracias de que sois fuente inagotable. Os doy gracias por vuestra incomprensible caridad, pues os habéis dignado uniros tantas veces con mi corazón en este Sacramento, y os ruego que me concedáis una prueba de vuestro ferviente deseo enriqueciéndome de todo don celestial. – Pater, Ave, Gloria.
Dulce corazón, etc.
III. Os adoro, Corazón amorosísimo de Jesús, en el augustísimo Sacramento del altar, donde tantos hombres ingratos no os adoran ni reconocen vuestra real divina presencia, y deseo reparar los ultrajes que os han hecho. Vengo lleno de profundo respeto a obsequiaros y a protestar con fe viva que Vos estáis realmente presente en este Sacramento, y en él os adoro con todos los fieles, rogándoos que iluminéis a tantos infelices cómo aún se hallan envueltos en las tinieblas del error, para que conozcan también la verdad de este Sacramento. – Pater, Ave, Gloria.
Dulce Corazón, etc.
IV. Os adoro, Corazón amantísimo de Jesús, en el augustísimo Sacramento del altar, donde sois tan poco amado y mal correspondido del corazón de los hombres, especialmente de los malos cristianos que os ofenden con tantas irreverencias y sacrílegas comuniones. En reparación de tan monstruosa ingratitud, os ofrezco el corazón de los fervorosos cristianos que con tierno amor y obsequio respetuoso se regocijan ante Vos Sacramentado, y con alma pura os reciben en la fervorosa Comunión, uno a éstos mi pobre corazón contrito, y os ruego que grabéis en él y en el corazón de todos vuestros fieles el amor, el respeto, y la gratitud que Vos merecéis. – Pater, Ave y Gloria.
Dulce Corazón, etc.
V. Os adoro, ¡oh Santísimo Corazón de Jesús! en el augustísimo Sacramento del altar, donde estáis tantas horas del día y de la noche sin que alguno de vuestros fieles venga a visitaros. Aceptad, ¡oh Divino Corázón!, mi ferviente deseo, con el cual quisiera recorrer todas las iglesias de la Tierra donde os halláis Sacramentado, para adoraros y mover con mi humilde ejemplo el corazón de todos los hombres para que con frecuencia os visiten y correspondan a vuestro amor. Mas no siendo esto posible, os adoro aquí en persona, y en espíritu os adoro dondequiera que estéis Sacramentado, ofreciendóos las adoraciones, los obsequios, las alabanzas de los Angeles santos que en torno de vuestro tabernáculo sagrado sin cesar os bendicen.
Pater, Ave y Gloria.
Dulce Corazón, etc.
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-Autobiografía de Santa Margarita María de Alacoque. Traducida por el Padre Angel Sanchez Teruel de la Compañia de Jesús. Apostolado Mariano.
-El Corazón de Jesús, Royo Marín O.P. Sevilla. Apostolado Mariano.
-Camino de Salvación. Devocionario selecto y universal dispuesto por el R. P Anastasio García de las escuelas pías con aprobación del ordinario.
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