Danos tu luz, Señor, para esta pena,
corta de tu jardín tanta agonía,
tanto oscuro dolor, la sombra fría
que al corazón del hombre ciega y llena.
Aniquila, Señor, corta, cercena
esta angustia del hombre, esta porfía,
danos, Señor, tu Corazón por guía,
tu Sangre que enamora y enajena.
Mas si el sufrir, Señor, es merecido,
no nos quites ni el llanto ni el lamento,
ni el amoroso Corazón herido.
Pero danos también como sustento
tu Corazón, tu vida, tu latido,
tu Divino calor como alimento.
Rafael Morales
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Deje su comentario aquí