3/8/12

EL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS CONSIDERADO EN SÍ MISMO

Del Libro: El Sagrado Corazón de Jesús (P. Julio Chevalier MSC)



EL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS
ESTUDIADO EN SÍ MISMO.

Capítulo Primero
EL SAGRADO CORAZON DE JESUS Y LA FILOSOFIA

El capítulo resumido:
 Jesucristo posee como nosotros unas facultades orgánicas y otras intelectuales.- No diremos nada aquí de su inteligencia divina, de su ciencia beatífica; hablaremos solamente de su ciencia adquirida.
 I. Esta ciencia, según santo Tomás, es susceptible de progreso.- El alma de Cristo, no recibió su conocimiento solamente de la ciencia infusa, sino también de la ciencia experimental y progresiva.- Por el lado menos elevado, la inteligencia humana de Cristo, dependía de los órganos, de los sentidos y de las disposiciones de la naturaleza; su imaginación por ejemplo, no llegó a ejercitarse, hasta que no dispuso de un órgano suficientemente desarrollado.- Es en este sentido que los Libros Santos dicen que crecía en edad y sabiduría                    
 II. Si Jesucristo como Dios, poseía una voluntad divina, como hombre, según santo Tomás, tenía la voluntad de la sensibilidad, como la llama este gran doctor.- El bien y el mal sensibles, produjeron evidentemente en El sus efectos naturales. La alegría y el dolor, invadían su alma; pero todos estos movimientos, estaban subordinados a su divina voluntad.- Estos movimientos tenía el Corazón de Jesús por principio. . .
 III. El Corazón de Jesús, es el principio de su vida natural.- Es bajo la influencia de sus latidos, que no cesaron nunca, que el cuerpo de Cristo obtuvo su crecimiento normal y progresivo.- Es bajo el impulso de su amor, que Jesús recorrió la Judea haciendo bien.- Este divino Corazón se convierte para Jesús, en el símbolo y órgano de su voluntad.- Es el principio de todos los movimientos que le impulsaban hacia los hombres.- La virtud es el resultado de la voluntad iluminada por la inteligencia; y la sede de la virtud se encuentra en las potencias sensitivas, que tienen el corazón, como principio.- Así, el Corazón de Jesús es realmente la sede de las afecciones de Nuestro Señor y expresa enteramente a nuestro adorable Salvador.
 IV. El Corazón de Jesús, es todo el Jesús.- Palabras admirables del Cardenal Pie y de Mons. Baudry.- El culto al Sagrado Corazón, es la quintaesencia del cristianismo, el compendio y el resumen substancial de toda la religión                                       
 V. María merece un tributo de agradecimiento.- Como Madre tiene derecho a un respeto y en cierta manera, a la obediencia de su divino Hijo.- Su ruego, es una especie de mandato.- El poder que ella ejerce sobre Jesús, lo ejerce también sobre su Corazón adorable.- He aquí porqué nosotros también debemos recurrir a su poder maternal de intercesión  

¿Quién es el Sagrado Corazón de Jesús? Este es el gran pro­blema que desde hace dos siglos, se nos propone sin cesar, y que después de dos siglos parece no haber encontrado 1. solución sa­tisfactoria. Sin duda, el Corazón de Jesús es el Corazón de un Dios, digno de las adoraciones de los Ángeles y de los hombres; sin duda, el Corazón de Jesús es la fuente de la gracia y en vano podríamos ir a encontrar una respuesta mejor; sin duda el Corazón de Jesús nos ha sido dado por Nuestro Señor en persona, en los tiempos di­fíciles que atravesamos, un medio de salvación, un remedio eficaz a los males del mundo, de la sociedad actual; sin duda, el Corazón de Jesús es la antorcha que nos ilumina, el hogar que nos calienta, una fuerza que nos sostiene, un bálsamo que nos cura; sin duda, el Corazón de Jesús es nuestra esperanza, nuestra vida, nuestra alegría: todos los cristianos lo proclaman. Pero lo que todos no dicen, es que este Corazón adorable es como el principio de las afeccio­nes naturales, la sede del amor sensible del Verbo encarnado.
Para sacar a la luz del día esta importante verdad, tenemos ne­cesidad de saber lo que es el hombre, puesto que Jesucristo se ha revestido de nuestra propia humanidad.
Dos sustancias componen el hombre: el espíritu y la material Ellas forman en él un todo viviente, armonioso, completo. Cada una de esas sustancias, en efecto, termina y completa la otra.
El alma termina y completa el cuerpo, lo sabemos; pero lo que no sabemos bastante, es que el cuerpo termina y completa el alma. Sin esos órganos materiales, el alma no tiene lo que debe tener, no es lo que debe ser; en una palabra, el alma tiene necesidad del cuer­po porque para él ha sido hecha, como el cuerpo tiene necesidaddel alma, porque ha sido hecho para ella.3
Sin duda, esta necesidad recíproca no es igual de una parte y de la otra, el cuerpo no puede subsistir sin el alma; después de la muerte, se desintegra. Al contrario, separada de sus órganos, el al­ma subsiste; es inmortal. Sin embargo, sin ellos, incluso en el cielo, el alma es menos feliz, porque es menos perfecta. Sólo después de la resurrección disfrutará de toda la felicidad4, pues entonces tendrá toda su perfección.
Así pues, este ser misterioso, obra-maestra y cúspide de la creación5, en eso que llamamos hombre, el alma vive de una vida corporal; y el cuerpo, unido al alma, de la que es el órgano, vive de la misma vida del espíritu, es decir, que las operaciones del hombre no son absolutamente espirituales, puesto que no es puro espí­ritu, ni absolutamente corporales, puesto que no es pura materia.6
El Amor, ¡qué cosa tan grande! Dice santo Tomás, que es el principio de todas nuestras acciones? De todos los actos de nues­tra vida, afirma por su parte san Agustín, nosotros cedemos a un impulso principal que nos empuja hacia un fin determinado, a un peso que hace inclinar a nuestra alma toda entera, y este peso esnuestro amor8. El amor es pues una impresión y una fuerza, pues el hombre consigue su fuerza de lo que él ama y del grado con que lo ama. Ningún peligro espanta al amor, ningún obstáculo le de­tiene; tiene sed de sacrificio9. Puede ir hasta la muerte: Fortis ut mors, dilectio.
Este es el amor en el corazón. ¿Y qué es para el alma?
Es el resumen de todo el hombre, es el hombre todo entero, re­sumido sobre este punto. Todos los rayos convergen en este foco único; todo concurre; el atractivo, el sentimiento, el instinto, la inteligencia, la voluntad y todo resuena a la vez en el corazón y al mismo tiempo10
En efecto, todas las facultades del alma concurren en el amor: el entendimiento contempla su objetivo, la imaginación lo embelle­ce de mil atractivos, la memoria conserva sus recuerdos preciosos; todo, en el alma, se reencuentra en este punto: el amor. Se ha po­dido decir verídicamente que "el amor lo es todo para el alma11,como el corazón lo es todo para el cuerpo"12.
San Agustín afirma: que el hombre es lo que le hace su amor: Amas la tierra, eres tierra; sois dioses, si amais a Dios13 . "La estimación y el precio de un hombre se basa en su corazón; si, es allí donde yace su verdadero honor (Montaigne); por el corazón el hombre vale algo (Larochefoucauld). Si hay que erigir altares a alguna cosa humana preferiría adorar el polvo del corazón, que el polvo del genio"

1.      Algunos lo niegan incluso y colocan en el cerebro la sede de las afecciones: más adelante refutaremos este error.
2.      Hic (horno) cum ex duabus stantiis constet, ex corpore et anima. (Tertullianus adv Marc, lib. IV, c. 37, t. II, p. 452.— S. Iren., Cont. Haeres., lib. II, cap. 13, n. e, p. 743) — Horno constat ex corpore et spiritu. (S. Aug. Sertn. 128, C. VII, No. 9, t. V, p. 717).
3.      Ventura, La raison philosophique et la raison catholique, 2a. conf. No. 8, et 7a cnf.
   El Dr. Béchamps, Leyon sur l'origine et l'essence de la matiére, a la Facultad de Medicina de Montpellier (Univers del 14 Enero 1878) — Dr. Fredault Anthopologie, p. 124 y 164 — P. Liberatore, /e Composé bumain, c. 1, art 5 et Institutiones philos­phicae, Psycologia, c. III — Tongiorni, Psychologia, vol. 2, c. 3, art. 3.
4. Corn. a Lap. in epist. I ad Cor. c. 15, trad. por P. Ventura, 23 conf. dogm. de la resurr. vol. 4, p. 155, nota.
T. Thom. supple. q. 93, art. 1.
S. Bern., tract. de diligendo Deo, c. 2, n. 30, t. I, p. 993.
5.    Horno dicitur minor mundus, quia omnes creaturae mundi quodammodo inveniun­tur in eo. (S. Thomas, I, q. 91, art. 1 — S. Bonav. in lib. 3 Sent dist. 2, art. 1, q. 2 conclusio, t. 4, p. 38, éd. Vives).
6.    S. Tomás, qq. disp. de Ainma, art. 3, traducido por Mons. Landriot, Symbolisme, p. 50 — Liberatore, le Composé humain, c. V, art. 6 — Etudes relig. des P.P. Jesui­tes, oct. 1874, p. 488.
—Vita hominumi media est inter Angelorum et pecorum (S. Aug. in Joan. Evang. c. V, Tract 18, n. 7, t. 3, p. 1540).
Horno medium quiddam est inter pecora et Angelos (id. de Civit. Dei, lib. 9, c. 13, n. 2, t. 7, p. 267).
7.      Manifestum est quod omne agens quodcumque sit, agit quamque actionem ex ali­quo amore. (S. Tomás, la, 2a, c. 27, a. 6).
8.      Amor meus, pondus meum; quocumque feror, amore feror. (S. Agustín Confes. 13, 10).
9.      Amor virtus unitiva, virtus diffusiva. (S. Tomás).
10.   Del conocimiento del alma, pag. 89, por Gratry. — Cordi tribuitur amor et desi­dcrium, aliique actus concupiscibiles: ergo potencia ipsa ibidem residet... Cor autcm est primum principium et instrumentum motus: recte igitur appctitus sensitivos in corde locatur... (Suarcz, de Anima, lib. V, c. 4o, n. 9, t. 111, pag. 764, éd Vives).
11.   Diligcs Dominum, etc... Diligcs proximum, etc... in his duobus mandatis universa lex pendet et prophetae. (S. Mat 22, 37.39.405 Hoc est enim omnis horno. (Eccl. 12, 13).
12.   S. Tomás, secundum placita physiologiae Aristotelicae tuno temporis vulgo accepta, docuit cor essc organum principalc, a quo caetera pendent et per quod cartera inter se colligantur, proindeque esse in medio corpore positum: "Licet ait, sint pluria principalia membra in corpore, in quibus manifestantur principia quarundam opera­tionum animae, tamen omnia dependent a corde, sicut a primo principio corporali". (Qq. disp., q. 1, de Anima, art. 2, ad16. — Vide Element. Philos, auct. Sansev. vol. 111, de anthrop., c. 111, p. 90, n. 3).
13.   Terra diligis? terra cris. Deum diligis? Deus cris. Non audeo dicere ex me, Scriptu­ram audiamus. (Ps. 81,6; Ego dixi; Dii estis, et Filii Altissimi omnes. (S. Agustín, in Epist la Sti Joan., tract. II, n. 14, t. 111, p. 1997).
14.   Lacordaire. Confer. de N. D., 26a Conf.: De la religión como pasión y virtud de la humanidad.


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